La política es intrínsecamente egocéntrica

No importa la voluntariedad ni la cooperación pacífica, sino que el político o burócrata decide arbitrariamente, aunque esgrima una “ley” y la justifique con argumentos románticos, el ciudadano es forzado a aceptar la decisión unilateral -egocéntrica- del político. Dejando de lado el hecho de que la violencia destruye, cuando se vota se está eligiendo entre unos políticos más o menos egocéntricos, decisión ciega porque no suelen decir la verdad.

Carlos Menem, expresidente argentino, contó este chiste: “Perros negros comenzaron a atravesar la frontera porque el gobierno promulgaría una ley que exigiría matar a esos animales. De pronto, cruza un gato blanco y la policía le recuerda que no es ni perro ni negro, a lo que el gato le contesta que el gobernante es Carlos Menem” y, como buen político, hará lo contrario a lo que dice.

Xi Jinping, jefe del Partido Comunista, del Estado y del ejército, reforzó su poder al ser nombrado “líder central” del partido, convirtiéndose en el más poderoso desde Mao Tse-tung, blindando su autoridad de cara al XIX Congreso del PCC realizado entre el 18 y el 24 de octubre. Además, se aprobó reforzar la campaña anticorrupción que -como en muchos países- parece un arma política contra sus enemigos.

La maquinaria propagandística redobló las loas a Xi Jinping para consolidar su candidatura a continuar en el poder más allá del 2022. Conocida en China como la fórmula de ‘quishang baxia’ (siete arriba, ocho abajo), solo los dirigentes de 67 años o menos pueden ascender en el escalafón mientras que los de 68 deben retirarse.

Para justificar la expansión de sus poderes, el Partido Comunista trata de demostrar que “sólo un líder fuerte puede dirigir” otros cinco años de “milagros”. Pese a la ingente transformación de China últimamente, su liderazgo continúa aferrado a un retórica y gesticulación comunista que les permite justiciar un poder central férreo que esconde una pirámide de corrupción.

Desde que crece el personalismo y el egocentrismo la economía ha virado hacia una mayor intervención estatal, una suerte de neo keynesianismo, que ha provocado una desaceleración de la economía. Han inyectado una enorme cantidad de dinero, al punto que la deuda hoy alcanza el 270% del PIB, sumando la pública, la corporativa y la de las familias.

Es el país de más rápido desarrollo económico en el mundo desde los 80, con un promedio de crecimiento anual del 10% y picos de hasta 13,5%, según los datos oficiales. Pero el año pasado, creció solo 6,9%, frente 7,3% de 2014, suponiendo que estos números no estén inflados.
@alextagliavini