Más sombras que luces

La Asamblea Nacional atraviesa uno de sus peores momentos desde la proclamación de la Constitución. Esa función del Estado en que la ciudadanía, tanto las mayorías como las minorías, debería sentirse representada, a través de sus comisiones impide que problemas cruciales se debatan y mucho menos se sancionen. Son trincheras que el correísmo defiende a capa y espada.

Una minoría, atrincherada en ciertas comisiones, trabaja para que solo se escuche lo que ella quiere que se escuche y se ignore lo que en verdad el país espera que se ventile. Esta manera de ignorar olímpicamente los problemas, los reclamos y hasta las propuestas ciudadanas conspira contra el espíritu democrático que, se supone, debe prevalecer en la Asamblea.

Las comisiones dominadas por la minoría correísta han perfeccionado técnicas nefastas para obstaculizar no solo juicios políticos que consideran lesivos a su estatus político, también las aplican a proyectos de ley o reformas de la legislación vigente. El último acto bochornoso fue el de condenar al silencio a varios asambleístas. Sus cruces retóricos y sus vocabularios llevaron a los comisionados a la censura.

La herencia dejada por el paso por el poder de su jefe, su estilo represor y totalitario, nos ha dejado estos frutos. Por mucho que invierta la Presidencia de la Asamblea en publicidad esa vergonzosa realidad intraparlamentaria lastra su credibilidad. Si no se opera un cambio radical en la composición y manera de operar de las comisiones de marras, poco ganará en democracia efectiva la Asamblea Nacional.


No se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles”. Rosa Luxemburgo Filósofa polaca (1870-1919)

En estos lugares, la vida es el precio que se paga por el pecado de vivir”. Patrick Deville Escritor francés (1957)