Verificar…

Roque Rivas Zambrano

En época de Internet todo es posible. No es descabellado que un artista muera más de una vez, ni que el Papa Francisco realice trucos de magia en plena misa o que Facebook cierre las cuentas de los usuarios con mala ortografía. Es difícil dudar de la veracidad de estas afirmaciones, si la información se difunde a través de importantes medios de comunicación.

La acción, casi mecánica, es compartir las novedades con los contactos, a través de redes sociales… Y, luego, como si el Día de los Inocentes se repitiera cada 24 horas, caer en cuenta de que fue víctima de un engaño, que no es más que una mala pasada en la que cayeron miles de usuarios. Décadas atrás, el papel de los periodistas era ser cazadores de noticias. Su misión cada día era salir a explorar las ‘selvas de cemento’ y compartir sus descubrimientos con la audiencia. Ese reto, con el imparable avance tecnológico, cambió. En la actualidad, el desafío es navegar en enormes autopistas de información y discernir entre lo que es cierto o no.

En otras palabras, el periodista se convirtió en verificador, en un combatiente de noticias falsas por excelencia.

Entre los clichés más repetidos en las salas de redacción está el de: “si tu madre te dice que te ama, compruébalo”. Esta frase, que puede parecer exagerada, refleja la esencia de la verificación, un proceso vital para evitar repetir, cual loros, lo que dicen las fuentes, contribuyendo a la desinformación.

La obligación de los reporteros, hoy, es triangular el material conseguido, consultándolo con expertos confiables, e identificar lo que es verdad, antes de publicarlo, mapearlo o emitirlo. El tiempo de la primicia es historia.

Al final, vale más un hecho comprobado que caer en la vorágine de las noticias engañosas. Después de todo, la falta de credibilidad es un precio demasiado alto a pagar por sumar unos cuantos ‘likes’ más.

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