¿Qué les pasa a la Vicepresidenta y Ministra?

Por: Alfonso Espín Mosquera

A la señora ministra de Relaciones Internacionales y a la Vicepresidenta de la República vale preguntarles franca y abiertamente si no se han encontrado, si no han visto a algún venezolano por las calles de las ciudades del Ecuador. Preguntarles si no conocen del éxodo de este pueblo hacia donde quiera con tal de no morirse de hambre. ¿Qué hacen aquí, en Colombia, Perú, Chile, los miles de venezolanos? ¿De turistas? No, señoras, ustedes bien saben que viven en la mendicidad, situación preferible que estar en un régimen oprobioso y canallesco en el que ni la vida está segura, peor un bocado de comida. Qué pasa autoridades, qué tipo de declaraciones hacen ante el país y el mundo. De qué solidaridad habla usted, señora Vicuña, cuando en un twitter dice que rechaza la injerencia externa en los problemas internos de Venezuela, cuando esos líos cada vez son más nuestros y del mundo porque los ciudadanos de ese país se desbordan hacia cualquier latitud y en las condiciones más terribles. No nos vendrá con el cuento del imperialismo norteamericano, la soberanía, porque ese discurso no tiene cabida ante la inequidad, el atropello y el hambre.

La declaración del Grupo de Lima no es suficiente, es poca cosa para las atrocidades del régimen de Maduro. El mundo, a través de sus líderes, debe intervenir ya en un problema que se ha exteriorizado por las acciones de tanto delincuente, que ante el temor a ser juzgados por sus crímenes se apertrechan y quieren salvar el bulto aun a costa de pasar sobre los Derechos Humanos. Mejor sería, señora Vicepresidenta, que se mantenga en silencio, que la Ministra sea prudente, pues en ocasiones lo que se le ocurre causa mucho daño, como eso de volverle diplomático a Assange, por ejemplo. Hay dos posibilidades ante lo que se dice: torpeza, en unos casos, que es una condición limitada del intelecto; o convicción ideológica, que significaría ante los hechos una aberración mental ante todo lo que hemos vivido nosotros y fundamentalmente el pueblo venezolano, a nombre del socialismo del siglo XXI. Cualquiera de las dos circunstancias hace daño. Mejor ubiquémonos del lado del ser humano, de sus necesidades, de la falta de comida, seguridad y libertad.