Autocrítica

Roque Rivas Zambrano

El grado estaba a punto de terminar. En media hora el estudiante explicó su trabajo de investigación sobre los efectos de la Ley Orgánica de Comunicación (LOC) en la práctica periodística. Su conclusión principal, después de entrevistar a ocho periodistas de medios públicos y privados, fue que esta normativa tuvo un uso político que afectó principalmente a las empresas mediáticas y trajo consecuencias como la autocensura.

Los reporteros y editores tuvieron que volverse más creativos para contar historias, pensar dos veces antes de entrevistar a un personaje o hablar de un tema en particular y transparentar todo el tiempo el proceso de búsqueda de información, para justificar la imposibilidad de acceder a ella. Durante años los funcionarios públicos tuvieron prohibido dar declaraciones a los medios privados y contrastar las fuentes se volvió todo un desafío.

En los últimos minutos de su disertación, explicó por qué dedicó su tesis a los periodistas. Dijo que con su trabajo pretendió darles voz, recoger sus impresiones sobre esta Ley, que no fue hecha por personas que conocieran la profesión, pero que estaba encaminada a regular, vigilar y sancionar la práctica periodística.

Hizo una reflexión autocrítica: a veces se aprende más en una sala de redacción que a lo largo de la carrera. Esta afirmación es una verdad incómoda y tiene su génesis en una especie de rechazo que existe en las facultades de comunicación hacia el periodismo, que se refleja en las pocas horas destinadas a la cátedra de redacción o en el discurso de docentes que le restan importancia a la profesión.

Aplaudí su valentía. No es sencillo ser autocrítico, exteriorizar lo que no está bien. Pero, sobre todo, no es fácil apasionarse por el oficio más vilipendiado de la última década en nuestro país.

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