Los testimonios del conflicto colombiano salieron a flote durante marcha binacional

Marcha. El Puente Internacional de Rumichaca fue el escenario para que también comunicadores de Carchi y de la localidad colombiana de Nariño se unan en una sola voz, exigiendo paz.
Marcha. El Puente Internacional de Rumichaca fue el escenario para que también comunicadores de Carchi y de la localidad colombiana de Nariño se unan en una sola voz, exigiendo paz.

TULCÁN.

La marcha congregó también a las víctimas del largo conflicto colombiano, que inició tras el asesinato del líder liberal colombiano Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, que enfrentó en ese tiempo a las guerrillas campesinas con las fuerzas regulares colombianas.

Ángel Fuelagán, oriundo de Ipiales, quien quedó discapacitado y ahora se moviliza en silla de ruedas, dice ser otro afectado de la lucha armada. Cuenta que cuando dejó las Fuerzas Armadas en su país, ya como civil, los grupos al margen de la ley tomaron represalias.

Recibió cuatro disparos en la espalda que le dejaron sin movilidad, quedando en condición de discapacidad. Ángel dice que su participación en la marcha de ayer busca aportar al logró de la paz en la frontera.

Es parte de la Mesa de Participación de Víctimas de Ipiales, que defienden los derechos del conflicto armado. Para este ex militar la situación es preocupante en Ecuador, porque la violencia se trasladó a otros países.

Lágrimas

“Solo nosotros sabemos lo que es derramar tantas lágrimas por una confrontación absurda, que nos ha arrebatado a nuestros familiares. Es una guerra que no nos pertenece”, dice enfáticamente Liliana Vallejo.

Afirma que es doloroso levantarse de este fenómeno socio-político, algo que solo ellos viven, situación por la que han pasado tras perder a sus seres queridos, razón por la que entienden lo que comienza a suceder en Ecuador.

“Quiero pedir a las personas que tienen secuestrados a los dos ecuatorianos, que no hagan sufrir a esas familias, porque son inocentes, porque son oriundos de un país que no tiene nada que ver en esta batalla sin sentido que vive Colombia”, dice.

En Ipiales existirían 12.000 víctimas y muchos desaparecidos, en medio de un escenario doloroso, sin saber que existen hijos, padres ausentes por los cuales no hay una respuesta real.

Pero va más allá, al advertir que se han desmovilizado los grupos rebeldes, pero los protagonistas de estos 70 años de intimidación no dan razón por los seres queridos perdidos.

Liliana, de más de medio siglo de vida, hace una pausa, respira y continúa: “Esto parece que no termina y persisten los grupos subversivos por todos los lados del país y ahora incursionando en territorio ajeno”.

Esta mujer de tez trigueña termina enfatizando que el gobierno colombiano ha olvidado a las víctimas, porque no se han pagado las indemnizaciones. “Y no estamos pidiendo mucho, porque con lo poco que nos van a entregar no van a devolvernos la vida de los nuestros”.

“Seguimos viviendo una guerra que no era nuestra, que nos hizo perder familiares y en la que muchas mujeres fueron violadas y con hijos, donde el Estado debe responder por esos niños”, sostiene otra de las víctimas de la crueldad de este irracional enfrentamiento. (CMRV)