La agenda escondida de Moreno

Salvatore Foti

Se hace siempre más fuerte la percepción de que tenemos un Presidente de la Republica a dos velocidades. Moreno imprime una velocidad poderosa y hasta pone turbo cuando se trata de contentar a sus aliados y vengarse de sus opositores. Ha sido muy rápido y asertivo a la hora de librase de Jorge Glas; tenerle lejos a Correa; sacar a Assange de la Embajada en Londres o intentar apresar a Patiño.

Una agenda ejecutada perfectamente y que nos reserva muchas más sorpresas a cortísimo plazo. Pero en lo que concierne a la ejecución de políticas públicas, la velocidad es comparable a la de una tortuga que duerme, que ni siquiera anda. Cuando se trata de tomar acciones contundentes a favor de la población, el país sigue esperando.

La obra pública está estancada, el desempleo aumenta y en lugar de encontrar soluciones para mitigar este gravísimo malestar social, se aplaude que se despida a los empleados públicos como si se tratase de gente de segunda categoría. A esto hay que añadir el aumento de la gasolina, el famoso “impuesto verde” y la falta de liquidez.

De los miles de millones otorgados “generosa y filantrópicamente” por el FMI todavía no llega nada a la economía real. Peor aún, tampoco sabemos qué acuerdos se han tomado para que esa plata sea transferida a las arcas del Estado. Esta mojigatería e hipocresía a la hora de decir cuáles otros sacrificios nos van a pedir, solo fomentan especulaciones e inestabilidad social.

Otros aspectos importantes son la maléfica y cínica falta de recursos y medicinas en favor de los enfermos, que tampoco han obtenido dinero ni sustento estatal. Sin embargo, al Presidente le quieren y lo alaban por “lo bien” que lo está haciendo.

O mejor dicho, entre “ellos” se alaban y se quieren. La gente de a pie esperará que la economía arranque y se dinamice. Ya no le interesa si la culpa es de Correa o de las “fuerzas cuánticas”. Ahora los éxitos y fracasos son de exclusiva responsabilidad de Moreno y de su agenda escondida.

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