Ante los problemas una pizca de sabor

Gastronomía. Doña Inés junto a su producto estrella: las papas fritas con sabores.
Gastronomía. Doña Inés junto a su producto estrella: las papas fritas con sabores.
Gastronomía. Doña Inés junto a su producto estrella: las papas fritas con sabores.
Gastronomía. Doña Inés junto a su producto estrella: las papas fritas con sabores.

Redacción TULCÁN

Muchos dicen que Tulcán es frío, que la ciudad es azotada bajo los brazos helados de los vientos andinos, sin embargo ciertos personajes del medio brindan ese calorcito especial a esta ‘Puerta Andina del Ecuador’.

A pocos pasos del camposanto de la ciudad, entre las Calles Chimborazo y Brasil, se encuentra Inés Molina, una mujer emprendedora que con su arduo trabajo diario nos demuestra que cualquier problema, por difícil que parezca, puede tener solución.

Doña Inés, como es conocida en el medio, posee un singular pero conocido negocio: papas fritas con sabor. Tiene 63 años y a muy temprana edad estuvo inmersa en la vida de los vendedores ambulantes.

Su padre fue el fundador de las “ruletas”, un juego de azar popular en la ciudad, negocio en el que ella trabajó por más de 30 años, pero su verdadera felicidad la encontró en la iglesia católica.

El negocio de las papas fritas con sabor ya era conocido en la ciudad. Su pionera tenía una buena venta, sin embargo por motivos desconocidos abandonó el sitio dejando el negocio en manos de los hijos de Doña Inés.

Con los días el negocio iba decayendo. Una mala decisión económica de los hijos puso en jaque la vivienda en la que también residía Inés. Es allí cuando decide tomar cartas en el asunto: administrar el negocio y solventar aquella deuda.

La sazón de Doña Inés

En la actualidad dicho establecimiento lleva cinco años atendiendo los exigentes paladares de los ciudadanos. Doña Inés nos cuenta que la preparación de las papas inicia con quitarles la cáscara.

“En un inicio lo hacía a mano pero por el tiempo necesitaba una peladora”, explica. Es allí cuando un hermano de su congregación decide construirle una peladora de papas, el rallado y freído de las mismas se hace a mano.

Posterior deja reposar su producto en una vitrina para más tarde agregarle el sabor de acuerdo al gusto del cliente.

Lo peculiar de este bocadillo al paso es la variedad de sabores que se le pueden agregar: pollo, chori limón, limón, parrillada, tocineta, queso, pimienta, mayonesa, cebolla…, son algunos de ellos.

Doña Inés vende su producto desde los 0,10 centavos hasta los 2 dólares, acompañado también de plátanos y tocinetas fritas. “En ocasiones solicitan mis papitas para fiestas de cumpleaños y puedo vender hasta 15 dólares”.

Sus papas fueron degustadas por las autoridades provinciales, cantonales, estudiantes y hasta oficinistas. “Iniciamos atendiendo desde las 14:00 hasta las 20:00, pero para pagar la deuda de embargo amplié el horario desde las 06:00”.

Aneider Villota, estudiante de la localidad, indica que las papas son “ricas” y siempre pide unas de 0,50 centavos, de limón. Gracias a una venta permanente poco a poco Doña Inés fue llenando su local ofreciendo gaseosas, caramelos y otros productos hasta convertirlo en una tienda que en la actualidad es fuente de ingresos para sus hijos.

El trabajo se ve reflejado en sus manos, que acomodan en pilares las papas “recién hechitas”. Con una dulce mirada evoca amablemente sus recuerdos: “quise terminar de estudiar y acabé la escuela con el programa de alfabetización a mis 57 años. Aprendí a leer en la Biblia, no quería que mis hijos pasen por la vida que yo tuve”.

También añade que aquel trabajo es una dura faena que en ocasiones no le da tiempo para cocinar. “Hay que seguir trabajando todos los días, muy pronto saldaré esa deuda y podré estar tranquila”. (APRN)