Fausto Invacuán: arte que florece en la adversidad

PERSONAJE. Invacuán vive en el albergue San Juan de Dios y trabaja vendiendo sus obras en la calle.
PERSONAJE. Invacuán vive en el albergue San Juan de Dios y trabaja vendiendo sus obras en la calle.

Fausto Invacuán Valdivieso lleva sus pinturas bajo un brazo y, en el otro, un cartón con la frase ‘Que (a) nadie le importa nada’ escrita en diversos colores. Nos encontramos frente al mural que hace menos de un mes pintó en la Casa de la Cultura, donde también expuso sus dibujos con otros artistas en el Festival de Arte Urbano ‘Imaginarios’.

Fausto va a cumplir 47 años, o eso cree. Antes de descubrir la pintura, lustraba zapatos en el Mercado de San Juan, desde los 9. “Nadie me enseñó a pintar. Aprendí viendo imágenes y estampitas de Jesús, dibujaba viéndolas por dos o tres días y luego de memoria”, dice.

Su arte se lo dedica a Dios, con toda la fe puesta en la habilidad que este puso en su mente y sus manos. Por mucho tiempo, se ubicó en la entrada de la iglesia de San Francisco a vender pequeños cuadros de escenas de la pasión de Cristo, realizadas solo con esfero.

En Semana Santa especialmente, el apoyo de los fieles que le compraban las obras lo motivaba. En San Francisco conoció a Tarik Nuñez, comunicador y gestor cultural que se interesó por su arte y lo invitó a participar en algunas exposiciones.

“Comencé a pintar cuando la gente era buena y colaboraba”, comenta Invacuán, con nostalgia por “la época del sucre”, como él llama a las últimas décadas del siglo XX. Cuando aumentaron las medidas de seguridad en la zona y se prohibió la venta ambulante, se trasladó a la Basílica, lugar en el que todavía se lo encuentra a diario con sus cuadros. También se lo ve vagar por los alrededores de la Plaza Arenas y en el parque El Ejido los fines de semana, en donde ha hecho amistad con otros artistas que le ayudan con materiales y comida.

Por su apariencia y su situación mucha gente lo ha llamado ‘loco’. “Todos somos humanos, soy una persona y no hago maldad a nadie. Yo no pido, solo pinto y vendo mis cuadros”, dice Invacuán, quien tiene la firme voluntad de visibilizar su talento, para lo cual incansablemente busca la solidaridad de gestores y artistas. (AA)