¿En quién confiar?

Pablo Balarezo

Después de una década de malversación y deuda viene una década nociva por pagos de capital e intereses, fundando incoherencia, populismo, deshonor. La confianza dormita, ha muerto por establecer abuso y corrupción, actitudes falsas, silencios pactados, convenios inextricables, intereses personales, evidencias de desfalco, disputas políticas, condecoraciones académicas indecorosas, en fin, facilidad para delinquir y dificultades para encarcelar al villano, pensión vitalicia disfrazada de juicio de alimentos, entrega de títulos superiores sin estudios formales, dan la pauta de un ejercicio de poder burlador, irónico, ridículo, pero, el pueblo no come cuento. Lo manifestado está generando gran peligro social por predicar y no practicar, amarga actitud de seres incomprensibles. “Por el contrario, quien ha desarrollado un sentido íntegro y equilibrado del propio yo es capaz de dar confianza, de emprender relaciones afectivas estables y profundas; es capaz, sobre todo, de salir de sí mismo y ocuparse de los problemas y las dificultades de los demás”. Enmendar esta angustiada realidad y recuperar la confianza es tarea de todos los ciudadanos de bien, pero, esta confianza no debe ser ciega, y, menos ingenua o política. Es sustancial confiar en la experiencia para seleccionar verdaderos gestores con méritos y virtudes, auténticos, honrados ciudadanos dignos de confianza y educar a las nuevas generaciones carentes de desafíos; tentadas de drogas, alcohol, internet, sexo, violencia, menos: Estudios, valores, principios para razonar, protegerse, progresar y no volver a nueva orgía revolucionaria. “La política no es el asilo de los sinvergüenzas, ni el hogar de los corruptos. La política es un gran apostolado al servicio de los pueblos” nos decía un gran estadista.