La ‘vieja escuela’ se mantiene en Tulcán

Clásico. Oswaldo Andrade es el propietario de la ‘Peluquería Roma’, que presta sus servicios desde los años 70.
Clásico. Oswaldo Andrade es el propietario de la ‘Peluquería Roma’, que presta sus servicios desde los años 70.

Redacción TULCÁN

A través de los siglos, el cabello fue visto como un símbolo de belleza, fuerza, para establecer jerarquía social, o inclusive se lo asociaba con temas de religión.

Los antiguos egipcios fueron quienes empezaron a tomar el cabello como un elemento fundamental de la belleza física, pasando por los griegos, romanos y demás civilizaciones hasta llegar a nuestros días.

Tulcán es una de las ciudades que fusiona viejas usanzas con vanguardia en esta rama. En algunos sitios de la urbe aún prestan su servicio las conocidas peluquerías ‘clásicas’ pero también existe las presencia de las noveles ‘barberías’.

La ‘vieja escuela’

Entre la calle Sucre y Quito, descendiendo al Mercado San Miguel, se encuentra la ‘Peluquería Roma’, un sitio que conserva el estilo clásico del Tulcán de antaño.

El lugar es atendido por Oswaldo Andrade, uno de los peluqueros más vetustos de la ciudad, quien lleva en esta actividad aproximadamente 50 años. Este sitio se apertura en los años 70.

Tras ingresar, inmediatamente se puede prácticamente viajar en el tiempo. Don Oswaldo todavía conserva las viejas sillas de metal para ‘peluquear’, además las paredes se encuentran formadas de tapia, con grandes espejos que decoran el sitio. A lo lejos se puede divisar una radiola que funciona con casetes y discos de vinilo.

Sobre la mesa descansan los clásicos implementos de peluquería y en un rincón de la pared cuelga la bata blanca, que es firma de los peluqueros tradicionales.

El ‘arte’ de cortar cabello

Al mencionar sobre este oficio antiquísimo, Oswaldo lo denomina como un arte, porque se busca embellecer a la personas. Además considera que es el único sitio donde todos son iguales.

“Nosotros atendemos a ricos, pobres, sin distinción. Pero la característica de esto es que cualquiera que venga se pone a nuestras órdenes para realizarle el corte, así sea el presidente del Ecuador, cosa que ningún ciudadano podría hacer”, dice.

Sobre el servicio de una peluquería clásica, don Oswaldo indicó que a diferencia de una barbería actual solamente se cambiaría la denominación. “Lo que cambia son los muebles que tienen y algunos elementos, pero de allí es lo mismo”.

Entre tanto, menciona que el uso del mandil blanco es símbolo de presentación formal y aseo. Además, añadió que dentro de su labor cuida de tres aspectos: educación, presentación y trabajo.

Indicó que durante el corte de cabello, se dispone de algunas herramientas esenciales: sillones reclinables, toallas, paños, termos para calentar agua, tijeras y máquinas para rebajar el cabello (manuales y eléctricas), que se utilizan para descargar, sombrear y pulir el corte.

Posterior a finalizar el servicio, lo utilizado se desinfecta con alcohol y en algunos casos las herramientas se las higieniza con formol, para evitar la propagación de enfermedades.

Por otro lado, Oswaldo comentó que los peluqueros se convierten en ‘todólogos’ al dialogar con los clientes durante la prestación de su servicio. “Sabemos de política, religión, noticias que pasan en otra parte. Si nos preguntan sobre algo, respondemos de acuerdo a nuestras capacidades”.

Sobre los estilos que aún se manejan, indicó que se realizan cortes como el ‘rebajado’, ‘medio rebajado’, ‘melena’, ‘Alfaro’, ‘cadete’, pero también barbas que sean ‘cerradas’, ‘chivas’ o ‘candados’.

De esta manera, con su trabajo, Oswaldo mencionó que logró educar a sus dos hijos, además de construir su vivienda y consolidar diversas amistades.

“Me siento bien satisfecho por haber aprendido este oficio”, sentenció. (APRN)