Las cicatrices de una jornada de violencia

DAÑO. Vándalos incendiaron el edificio de la Contraloría Ge
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El aire, todavía viciado, llena los pulmones de humo y gas, pero sobre todo dispara los recuerdos de una de las jornadas más negras de la historia reciente del país. La zona cero de la batalla campal, en el centro norte de Quito, parece el escenario de una guerra a miles de kilómetros. Pero no. Es el resultado de una demencial confrontación entre ecuatorianos.

Los destrozos se comienzan a ver, sentir y oler, desde el sector del puente del Guambra, en la avenida Patria. Un día después del nefasto 12 de octubre, todo parece un pueblo fantasma. Por cualquier lado aparece una bruma tóxica y basura: los restos de la violencia y la sinrazón.

Paisajes opacos

Montañas de escombros y ceniza, árboles casi arrancados de raíz, tirados en veredas y calles; adoquines convertidos en barricadas. El esqueleto de la violencia.

Cada paso, hasta la intersección con la avenida 6 Diciembre, es un cuadro retorcido de uno de los sectores más turísticos de Quito.

Cifras
7

MUERTOS
durante las protestas.

1.152
personas
detenidas.

1.340
heridosEn la Casa de la Cultura, específicamente en el Ágora, más de 2.000 indígenas se mantienen reunidos, respetando el toque de queda, y descansando después de más de 10 días de protesta callejera.

Sin embargo, en el parque El Arbolito, pequeños grupos de personas se mantenían protestando unos; y bailando y cantando, ante la mirada impasible de un piquete de policías, a pie y montados a caballo.

En frente, coronándolo todo, está el edificio de la Contraloría, o lo que queda de él. Ventanas rotas y estructuras calcinadas. Como si hubiera sido bombardeado, pero esos destrozos son el resultado de una treintena de violentos infiltrados, que atacaron vilmente el edificio donde reposan las múltiples investigaciones sobre la década correísta.

La parte nueva del edificio, aunque llena de cicatrices de batalla, está en mejores condiciones que la parte antigua, que es una sola mancha negra, casi una sombra de lo que fue.

Relativa calma

La paz, en el centro norte de la capital, se quebró pasado el mediodía. Poco después de que las Fuerzas Armadas suspendieran, por 8 horas, el toque de queda, un grupo de 50 personas iniciaron un nuevo incendio en el edificio de la Contraloría, a pesar del cerco de 500 policías. El incidente fue controlado de inmediato y la calma pesada, con olor a gas y humo, volvió a la espera del inicio de los diálogos con el Gobierno. (JS)

El aire, todavía viciado, llena los pulmones de humo y gas, pero sobre todo dispara los recuerdos de una de las jornadas más negras de la historia reciente del país. La zona cero de la batalla campal, en el centro norte de Quito, parece el escenario de una guerra a miles de kilómetros. Pero no. Es el resultado de una demencial confrontación entre ecuatorianos.

Los destrozos se comienzan a ver, sentir y oler, desde el sector del puente del Guambra, en la avenida Patria. Un día después del nefasto 12 de octubre, todo parece un pueblo fantasma. Por cualquier lado aparece una bruma tóxica y basura: los restos de la violencia y la sinrazón.

Paisajes opacos

Montañas de escombros y ceniza, árboles casi arrancados de raíz, tirados en veredas y calles; adoquines convertidos en barricadas. El esqueleto de la violencia.

Cada paso, hasta la intersección con la avenida 6 Diciembre, es un cuadro retorcido de uno de los sectores más turísticos de Quito.

Cifras
7

MUERTOS
durante las protestas.

1.152
personas
detenidas.

1.340
heridosEn la Casa de la Cultura, específicamente en el Ágora, más de 2.000 indígenas se mantienen reunidos, respetando el toque de queda, y descansando después de más de 10 días de protesta callejera.

Sin embargo, en el parque El Arbolito, pequeños grupos de personas se mantenían protestando unos; y bailando y cantando, ante la mirada impasible de un piquete de policías, a pie y montados a caballo.

En frente, coronándolo todo, está el edificio de la Contraloría, o lo que queda de él. Ventanas rotas y estructuras calcinadas. Como si hubiera sido bombardeado, pero esos destrozos son el resultado de una treintena de violentos infiltrados, que atacaron vilmente el edificio donde reposan las múltiples investigaciones sobre la década correísta.

La parte nueva del edificio, aunque llena de cicatrices de batalla, está en mejores condiciones que la parte antigua, que es una sola mancha negra, casi una sombra de lo que fue.

Relativa calma

La paz, en el centro norte de la capital, se quebró pasado el mediodía. Poco después de que las Fuerzas Armadas suspendieran, por 8 horas, el toque de queda, un grupo de 50 personas iniciaron un nuevo incendio en el edificio de la Contraloría, a pesar del cerco de 500 policías. El incidente fue controlado de inmediato y la calma pesada, con olor a gas y humo, volvió a la espera del inicio de los diálogos con el Gobierno. (JS)

El aire, todavía viciado, llena los pulmones de humo y gas, pero sobre todo dispara los recuerdos de una de las jornadas más negras de la historia reciente del país. La zona cero de la batalla campal, en el centro norte de Quito, parece el escenario de una guerra a miles de kilómetros. Pero no. Es el resultado de una demencial confrontación entre ecuatorianos.

Los destrozos se comienzan a ver, sentir y oler, desde el sector del puente del Guambra, en la avenida Patria. Un día después del nefasto 12 de octubre, todo parece un pueblo fantasma. Por cualquier lado aparece una bruma tóxica y basura: los restos de la violencia y la sinrazón.

Paisajes opacos

Montañas de escombros y ceniza, árboles casi arrancados de raíz, tirados en veredas y calles; adoquines convertidos en barricadas. El esqueleto de la violencia.

Cada paso, hasta la intersección con la avenida 6 Diciembre, es un cuadro retorcido de uno de los sectores más turísticos de Quito.

Cifras
7

MUERTOS
durante las protestas.

1.152
personas
detenidas.

1.340
heridosEn la Casa de la Cultura, específicamente en el Ágora, más de 2.000 indígenas se mantienen reunidos, respetando el toque de queda, y descansando después de más de 10 días de protesta callejera.

Sin embargo, en el parque El Arbolito, pequeños grupos de personas se mantenían protestando unos; y bailando y cantando, ante la mirada impasible de un piquete de policías, a pie y montados a caballo.

En frente, coronándolo todo, está el edificio de la Contraloría, o lo que queda de él. Ventanas rotas y estructuras calcinadas. Como si hubiera sido bombardeado, pero esos destrozos son el resultado de una treintena de violentos infiltrados, que atacaron vilmente el edificio donde reposan las múltiples investigaciones sobre la década correísta.

La parte nueva del edificio, aunque llena de cicatrices de batalla, está en mejores condiciones que la parte antigua, que es una sola mancha negra, casi una sombra de lo que fue.

Relativa calma

La paz, en el centro norte de la capital, se quebró pasado el mediodía. Poco después de que las Fuerzas Armadas suspendieran, por 8 horas, el toque de queda, un grupo de 50 personas iniciaron un nuevo incendio en el edificio de la Contraloría, a pesar del cerco de 500 policías. El incidente fue controlado de inmediato y la calma pesada, con olor a gas y humo, volvió a la espera del inicio de los diálogos con el Gobierno. (JS)

El aire, todavía viciado, llena los pulmones de humo y gas, pero sobre todo dispara los recuerdos de una de las jornadas más negras de la historia reciente del país. La zona cero de la batalla campal, en el centro norte de Quito, parece el escenario de una guerra a miles de kilómetros. Pero no. Es el resultado de una demencial confrontación entre ecuatorianos.

Los destrozos se comienzan a ver, sentir y oler, desde el sector del puente del Guambra, en la avenida Patria. Un día después del nefasto 12 de octubre, todo parece un pueblo fantasma. Por cualquier lado aparece una bruma tóxica y basura: los restos de la violencia y la sinrazón.

Paisajes opacos

Montañas de escombros y ceniza, árboles casi arrancados de raíz, tirados en veredas y calles; adoquines convertidos en barricadas. El esqueleto de la violencia.

Cada paso, hasta la intersección con la avenida 6 Diciembre, es un cuadro retorcido de uno de los sectores más turísticos de Quito.

Cifras
7

MUERTOS
durante las protestas.

1.152
personas
detenidas.

1.340
heridosEn la Casa de la Cultura, específicamente en el Ágora, más de 2.000 indígenas se mantienen reunidos, respetando el toque de queda, y descansando después de más de 10 días de protesta callejera.

Sin embargo, en el parque El Arbolito, pequeños grupos de personas se mantenían protestando unos; y bailando y cantando, ante la mirada impasible de un piquete de policías, a pie y montados a caballo.

En frente, coronándolo todo, está el edificio de la Contraloría, o lo que queda de él. Ventanas rotas y estructuras calcinadas. Como si hubiera sido bombardeado, pero esos destrozos son el resultado de una treintena de violentos infiltrados, que atacaron vilmente el edificio donde reposan las múltiples investigaciones sobre la década correísta.

La parte nueva del edificio, aunque llena de cicatrices de batalla, está en mejores condiciones que la parte antigua, que es una sola mancha negra, casi una sombra de lo que fue.

Relativa calma

La paz, en el centro norte de la capital, se quebró pasado el mediodía. Poco después de que las Fuerzas Armadas suspendieran, por 8 horas, el toque de queda, un grupo de 50 personas iniciaron un nuevo incendio en el edificio de la Contraloría, a pesar del cerco de 500 policías. El incidente fue controlado de inmediato y la calma pesada, con olor a gas y humo, volvió a la espera del inicio de los diálogos con el Gobierno. (JS)