El terrorismo

Rodrigo Contero Peñafiel

Es una forma de violencia utilizada por organizaciones extremistas para causar pánico en la población, producir miedo y terror en busca de dominar a la sociedad y apoderarse del gobierno para imponer sus ideas y proclamas; lo hacen a través de organizaciones sociales o políticas de izquierda o derecha que justifican el terrorismo como legítima defensa. El terror y el miedo lo manipulan con fines políticos, ideológicos o religiosos.

Muchos actos terroristas se han cometido en el país con el pretexto de recuperar la democracia; cuando el pensamiento deja de ser un acto consciente y de manera voluntaria se recurre a la violencia para intentar resolver problemas de “derechos, dignidad o libertades” mal entendidas o ideologizadas. En la mente de algunas personas, la vida intelectiva no ha podido dar organización al pensamiento para entender que el poder tiene una función protectora.

La violencia desplegada es característica de individuos que poseen un tipo de personalidad perversa, caracterizada por la continua y progresiva agresividad y destrucción que proyectan contra sí mismos y contra la sociedad. Su manera de pensar y su ideología es producto de un conocimiento limitado, así como de la liberación abrupta de determinadas tendencias destructivas; entienden que con la violencia pueden obtener el poder para implementar derechos y libertades a su manera, en el siglo XXI la degradación del poder es evidente.

El terrorismo utiliza la violencia física: torturas, atentados, secuestros, asesinatos; violencia moral como el temor que generan incendios, explosivos, destrucción, asaltos, robos, ataques sin piedad a la población civil para causar daño, y presionar al gobierno y a la sociedad a favor de sus intereses y objetivos. El país ya lo vivió en los años 70 y 80 cuando AVC, a pretexto de buscar una “democracia autentica, justicia social y una economía nacional independiente que no satisfaga las necesidades de economías extranjeras”, utilizaron la violencia física, moral y psicológica con fines políticos, en contra de quienes no admiten la anarquía ni la desestabilización del Estado de derecho. La historia se repite con otros actores.

[email protected]

Rodrigo Contero Peñafiel

Es una forma de violencia utilizada por organizaciones extremistas para causar pánico en la población, producir miedo y terror en busca de dominar a la sociedad y apoderarse del gobierno para imponer sus ideas y proclamas; lo hacen a través de organizaciones sociales o políticas de izquierda o derecha que justifican el terrorismo como legítima defensa. El terror y el miedo lo manipulan con fines políticos, ideológicos o religiosos.

Muchos actos terroristas se han cometido en el país con el pretexto de recuperar la democracia; cuando el pensamiento deja de ser un acto consciente y de manera voluntaria se recurre a la violencia para intentar resolver problemas de “derechos, dignidad o libertades” mal entendidas o ideologizadas. En la mente de algunas personas, la vida intelectiva no ha podido dar organización al pensamiento para entender que el poder tiene una función protectora.

La violencia desplegada es característica de individuos que poseen un tipo de personalidad perversa, caracterizada por la continua y progresiva agresividad y destrucción que proyectan contra sí mismos y contra la sociedad. Su manera de pensar y su ideología es producto de un conocimiento limitado, así como de la liberación abrupta de determinadas tendencias destructivas; entienden que con la violencia pueden obtener el poder para implementar derechos y libertades a su manera, en el siglo XXI la degradación del poder es evidente.

El terrorismo utiliza la violencia física: torturas, atentados, secuestros, asesinatos; violencia moral como el temor que generan incendios, explosivos, destrucción, asaltos, robos, ataques sin piedad a la población civil para causar daño, y presionar al gobierno y a la sociedad a favor de sus intereses y objetivos. El país ya lo vivió en los años 70 y 80 cuando AVC, a pretexto de buscar una “democracia autentica, justicia social y una economía nacional independiente que no satisfaga las necesidades de economías extranjeras”, utilizaron la violencia física, moral y psicológica con fines políticos, en contra de quienes no admiten la anarquía ni la desestabilización del Estado de derecho. La historia se repite con otros actores.

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Es una forma de violencia utilizada por organizaciones extremistas para causar pánico en la población, producir miedo y terror en busca de dominar a la sociedad y apoderarse del gobierno para imponer sus ideas y proclamas; lo hacen a través de organizaciones sociales o políticas de izquierda o derecha que justifican el terrorismo como legítima defensa. El terror y el miedo lo manipulan con fines políticos, ideológicos o religiosos.

Muchos actos terroristas se han cometido en el país con el pretexto de recuperar la democracia; cuando el pensamiento deja de ser un acto consciente y de manera voluntaria se recurre a la violencia para intentar resolver problemas de “derechos, dignidad o libertades” mal entendidas o ideologizadas. En la mente de algunas personas, la vida intelectiva no ha podido dar organización al pensamiento para entender que el poder tiene una función protectora.

La violencia desplegada es característica de individuos que poseen un tipo de personalidad perversa, caracterizada por la continua y progresiva agresividad y destrucción que proyectan contra sí mismos y contra la sociedad. Su manera de pensar y su ideología es producto de un conocimiento limitado, así como de la liberación abrupta de determinadas tendencias destructivas; entienden que con la violencia pueden obtener el poder para implementar derechos y libertades a su manera, en el siglo XXI la degradación del poder es evidente.

El terrorismo utiliza la violencia física: torturas, atentados, secuestros, asesinatos; violencia moral como el temor que generan incendios, explosivos, destrucción, asaltos, robos, ataques sin piedad a la población civil para causar daño, y presionar al gobierno y a la sociedad a favor de sus intereses y objetivos. El país ya lo vivió en los años 70 y 80 cuando AVC, a pretexto de buscar una “democracia autentica, justicia social y una economía nacional independiente que no satisfaga las necesidades de economías extranjeras”, utilizaron la violencia física, moral y psicológica con fines políticos, en contra de quienes no admiten la anarquía ni la desestabilización del Estado de derecho. La historia se repite con otros actores.

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Es una forma de violencia utilizada por organizaciones extremistas para causar pánico en la población, producir miedo y terror en busca de dominar a la sociedad y apoderarse del gobierno para imponer sus ideas y proclamas; lo hacen a través de organizaciones sociales o políticas de izquierda o derecha que justifican el terrorismo como legítima defensa. El terror y el miedo lo manipulan con fines políticos, ideológicos o religiosos.

Muchos actos terroristas se han cometido en el país con el pretexto de recuperar la democracia; cuando el pensamiento deja de ser un acto consciente y de manera voluntaria se recurre a la violencia para intentar resolver problemas de “derechos, dignidad o libertades” mal entendidas o ideologizadas. En la mente de algunas personas, la vida intelectiva no ha podido dar organización al pensamiento para entender que el poder tiene una función protectora.

La violencia desplegada es característica de individuos que poseen un tipo de personalidad perversa, caracterizada por la continua y progresiva agresividad y destrucción que proyectan contra sí mismos y contra la sociedad. Su manera de pensar y su ideología es producto de un conocimiento limitado, así como de la liberación abrupta de determinadas tendencias destructivas; entienden que con la violencia pueden obtener el poder para implementar derechos y libertades a su manera, en el siglo XXI la degradación del poder es evidente.

El terrorismo utiliza la violencia física: torturas, atentados, secuestros, asesinatos; violencia moral como el temor que generan incendios, explosivos, destrucción, asaltos, robos, ataques sin piedad a la población civil para causar daño, y presionar al gobierno y a la sociedad a favor de sus intereses y objetivos. El país ya lo vivió en los años 70 y 80 cuando AVC, a pretexto de buscar una “democracia autentica, justicia social y una economía nacional independiente que no satisfaga las necesidades de economías extranjeras”, utilizaron la violencia física, moral y psicológica con fines políticos, en contra de quienes no admiten la anarquía ni la desestabilización del Estado de derecho. La historia se repite con otros actores.

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