Ministro de Educación, Fander Falconí: ‘Quien viola a un niño es un delincuente'

MODELO. El sistema finlandés, con base en la lectura y la flexibilidad, inspira al ministro Fander Falconí. (Imagen: cortesía del Ministerio de Educación)
MODELO. El sistema finlandés, con base en la lectura y la flexibilidad, inspira al ministro Fander Falconí. (Imagen: cortesía del Ministerio de Educación)

Respeto al cuerpo, inclusión y lectura: tres de los ejes del ministro Fander Falconí para que el sistema educativo vuelva a ser espacio de derechos.

Los estados usualmente miran la educación como un proceso disciplinador. ¿Qué bien superior entre los niños quiere cuidar el Gobierno cuando defiende su libertad estética o cuida su carga de tareas e incluso el peso de sus mochilas?
El desarrollo de sus potencialidades. Me parece un error dimensionar el sistema educativo netamente como un aspecto de formación curricular. Desde esa perspectiva hemos querido asentar un proceso desde la calidad. Pero desde el otro lado hay un conjunto de normas que deben flexibilizarse y permitir un andamiaje acorde con la educación del siglo XXI.

El docente siempre será un mediador pedagógico. Pero ¿cómo en su gestión se formará a los estudiantes para que sean curadores de su propio conocimiento?
Bajo el principio de la duda, que es básico en el conocimiento científico, y la complementaridad de la investigación. El profesor es un referente informado, pero tenemos que cultivar el principio de la duda, porque vivimos en una sociedad en que la información fluye muy rápido. Se calcula que al 2021 el acervo cultural del mundo se actualizará cada 71 días.

¿Los docentes se están preparando para un enfoque más transversal?
Los propios maestros hablan de aquello y de la teoría constructivista en un traspaso de conocimiento que no es vertical, pues incluye nuevos métodos de acercamiento pedagógico en el aula.

El jueves, por ejemplo, terminó un congreso de la Universidad Nacional de Educación en el cual se discutieron nuevos planteamientos, dentro de una evolución tanto desde los derechos como desde la cobertura.

El espacio educativo diseñado para que alguien se pare al frente y el resto atrás, sin generar ambientes modulares mucho más colaborativos y abiertos a la naturaleza, está condenado ser parte de un pasado obsoleto. Por eso en el Ministerio hablamos de una Nueva Escuela.

¿Lo cual supone ‘desescolarizar’ el sistema educativo?
La sociedad tiene que ir en dos velocidades. Por un lado necesitamos esa estructura formal de pensamiento, pues no sería adecuado no tener un currículo, pero por otro tenemos que generar el destape de los procesos creativos de los estudiantes. Aquí juega un rol fundamental la lectura, pues nos da un estímulo para generar la base de todo proceso de conocimiento. A mí me gusta el sistema finlandés, porque los primeros años de formación se asientan fundamentalmente en la lectura.

El Ministerio en su período ha transparentado los casos de diversas formas de violencia contra niñas, niños y adolescentes. ¿Qué aprendizajes dejan esos hechos para que las escuelas vuelvan a ser espacios de convivencia y derechos?
El gran aprendizaje es que no se puede ocultar la verdad. Es importante que como sociedad reconozcamos que tenemos un problema gravísimo frente a la consolidación de los derechos de nuestra niñez y adolescencia. El sistema educativo es un receptor de esa violencia estructural de la sociedad que se consolida por el patriarcado, o por el irrespeto a la diversidad o al pensamiento del otro. En muchos casos, el sistema educativo ha sido negligente en actuar y frente a ello hemos generado una política de transparencia absoluta para que se establezcan las sanciones administrativas y penales, se restituyan derechos, se desarrollen los mecanismos preventivos. Pero más allá de esto, creo que hay una corresponsabilidad social para desnudar esa verdad y enfrentarla desde todo los ángulos.

Tras la denuncia de más de 1.000 casos de violencia sexual en las escuelas ¿cómo se están reconstruyendo en lo cotidiano las relaciones entre docentes y estudiantes?
Uno: entendiendo la complejidad del cuerpo docente y su vocación. Yo soy hijo de educadora y como tal conozco ese esfuerzo, un valor que la sociedad debería reconocer más.

Entonces quien viola a un niño es un delincuente, no puede ser llamado profesor, y debe ser retirado del sistema. Ahora, la recuperación de la confianza es una tarea de todos.

Por eso estamos trabajando con protocolos de actuación, estamos trabajando con los consejos estudiantiles, estamos acudiendo a la cooperación internacional para manejar manuales de comunicación, estamos recurriendo a las organizaciones sociales con experiencia en la lucha contra la discriminación, hemos creado una comisión interinstitucional con las funciones del Estado. Creo que este debe ser el año de prevención de la violencia.

Quien viola a un niño es un delincuente, no puede ser llamado profesor, y debe ser retirado del sistema

¿Cómo ese propósito de prevención aterriza en un hecho clave: el respeto al cuerpo de niñas, niños y adolescentes, cuando el país ha pasado años de políticas públicas determinadas por la moral particular de sus ejecutores?
Uno de los ‘spots’ construidos con Unicef gira, por ejemplo, alrededor de respetar el cuerpo y no callar cuando alguien lo irrespeta. El sentido es que esto no quede en la impunidad. La idea es que no seamos tolerantes ante la violencia. Y fundamentalmente estamos potenciando los departamentos de consejería estudiantil.

En los últimos años se ha avanzado en la universalización del acceso. Sin embargo ¿qué se va a hacer frente a los más de 5 millones de ecuatorianos que no alcanzaron el bachillerato?
Son 5,6 millones de ecuatorianos que abandonaron el bachillerato. Esta es una cifra que debe llamarnos profundamente la atención. Además, hay 106.000 personas que desertan cada año. Nuestra respuesta es el programa Todos ABC, con 200.000 personas atendidas en alfabetización, educación media y bachillerato. Hace poco graduamos ya a 18.700 personas. Junto a esto atacamos las causas. Una de ellas es el rezago, es decir no tener el nivel educativo adecuado a cada edad. Estamos diseñando un sistema que nos permite rastrear a quien ha abandonado el sistema para recuperarlo, un poco como se ve en Merlí, la serie de Netflix.

La sociedad mira al bachiller como mano de obra. ¿En qué tipo de bachilleres sueña Usted?
Sueño con un bachiller sumamente creativo, con las herramientas para enfrentarse al siglo XXI. Cuando pienso en ese futuro, pienso en jóvenes felices que aman lo que están construyendo. Y pienso en un sistema que genera las condiciones para esa felicidad. Parafraseando a la célebre canción de Pink Floyd, no podemos ser otro ladrillo en la pared. No podemos permitir que nos estandaricemos como individuos, por eso el sistema debe generar las condiciones para que estalle la creatividad. (IFP)