Otro país sin salida

Nicaragua lleva seis meses en estado de emergencia. Una amplia alianza social quiere negociar nuevas elecciones, pero el presidente, Daniel Ortega, sigue aferrado al poder. De paso, ha transformado a Nicaragua en una nación en la que el Presidente no solo controla los poderes estatales, sino que también reparte las instituciones clave entre personas leales de su entorno.

Varias veces se ha intentado un diálogo nacional pero este no da resultado, y la crisis se intensifica. Más de 320 personas han muerto desde que comenzaron las protestas. Y la economía también sufre por la tensa situación: se han perdido miles de empleos y el transporte de mercancías en Nicaragua, como país de tránsito, está seriamente restringido. Muchos ciudadanos están abandonado su tierra y han escapado a la vecina Costa Rica.

Varios organismos mundiales cifran en unos 500 los detenidos por protestar, de los cuales cerca de 300 son procesados en los tribunales, algunos por delitos de terrorismo. Y en estos últimos días empezaron a conocerse condenas a entre 15 y 24 años de cárcel en su contra.
Ni las denuncias internacionales de violación de Derechos Humanos en el marco de la represión a las manifestaciones, parecen poner en jaque a este exguerrillero de 72 años, que ayudó a derrocar a la dictadura de Anastasio Somoza en la década de 1970 y que considera a las marchas un intento de golpe de Estado. Nicaragua, como Venezuela, es un país con autoritarismo, corrupción y nepotismo sin salida a la vista. ¿Y la OEA? Bien, gracias.

«La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”.

Gabriel García Márquez
Escritor colombiano (1927-2014)

«En la vida no hay clases para principiantes; en seguida exigen de uno lo más difícil”.

Rainer María Rilke
Escritor austríaco (1875-1926)