Que la cárcel no sea una condena

¿Qué debería ser la cárcel? ¿Debería ser la cueva donde ‘los malos’ se perfeccionan en el mal? ¿O debería ser el refugio donde los seres humanos que cometieron un error, por grave que haya sido, encuentran la oportunidad de alcanzar un destino diferente?

La doctrina de los Derechos Humanos manda que el sistema carcelario sea concebido como rehabilitación social. Y hacia allá debemos caminar. Los talleres que reciben los presos dentro de prisión no deben ser solamente formas de ‘matar’ el tiempo, sino herramientas para lo que será el resto de su vida.

La educación que cursan no debe ser un mero compromiso, sino una forma de reencontrarse. Los directores de las cárceles y la empresa que sirve la comida para los presos, deben pensarla como si fuera la comida para sus propias familias.

Desde esta semana, cuando desapareció definitivamente el Ministerio de Justicia, una Secretaría Técnica está a cargo del sistema carcelario. Saludamos su valiente primera decisión: transparentar las cifras. No son buenas: 11.000 presos de más, 38% de hacinamiento, carencia de al menos 6.500 guías penitenciarios.

Pero no podemos quedarnos en revelar las cifras. La nueva administración ha reconocido que hay falencias en la alimentación que reciben, han encontrado casos de castigos tan inhumanos como mantener a los reos semanas sin ver la luz del sol. Es momento de actuar.

Nadie está libre de un error. Deben la madre o el padre ecuatorianos pensar qué pasaría si su hijo comete ese error. ¿Cómo quisieran que trataran a su hijo si, por un error, termina en prisión?


Los iconoclastas hicieron muchas más estatuas de las que destruyeron”. Gilbert Keith Chesterton Escritor inglés (1874-1936)

A los ídolos no hay que tocarlos: se queda el dorado en las manos”. Gustave Flaubert Escritor francés (1821-1880)