Una idiosincrasia retrógrada

Las manifestaciones contra el machismo, la misoginia, femicidio y la xenofobia se dieron con relativa fuerza en algunas ciudades del país. Les asiste a sus participantes, hombres y mujeres por igual, el deseo irrenunciable a vivir en paz y también a que las leyes sean respetadas y aplicadas con rigor y sin distinciones de ningún tipo. La Constitución y las leyes dicen garantizar estos derechos, pero la violencia cotidiana dice lo contrario.

Los responsables de aplicar estas normas actúan, como suele decirse, según criterios de oportunidad y conveniencia. No se aplica una estrategia bien planeada y sustentada en nuestras realidades en lo social y lo jurídico de manera sistemática a partir de las familias, las comunidades, los centros de enseñanza e instituciones de salud y de la sociedad civil.

Todo depende de las tendencias ideológicas de quien las tome. Ser libre significa no estar sujeto a la voluntad arbitraria de otro. Lo que distingue a un país libre es, precisamente, el respeto por el imperio de la ley y en este sentido los ecuatorianos somos esclavos de una tradición y una idiosincrasia retrógrada y oscurantista por superar y revolucionar a fondo. Tanto de los que no se manifestaron como de quienes lo hicieron.

Carecemos de una defensa estricta y valiente de los Derechos Humanos de todos. Estas manifestaciones reflejan la percepción de que la Ley no ofrece un marco seguro y estable para la convivencia. Las decisiones que se toman están basadas en datos empíricos, en teorías económicas, sociológicas o políticas, en factores estructurales o coyunturales y pocas veces en lo concreto de una realidad contradictoria.


Hay hombres cuya conducta es una mentira continua”. Barón De Holbach Filósofo francés (1723-1789)

Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”. George Orwell Escritor inglés (1903-1950)