¿Quién gana con el descalabro?

Ugo Stornaiolo

Que el Gobierno ha perdido toda credibilidad al cumplir un año y nueve meses de gestión, es una verdad inocultable. Que la Presidencia de Lenín Moreno debe mucho y ha hecho poco, también. Encuestas serias, como la de Cedatos, señalan que debe haber puesto a trabajar a más de un asesor en Carondelet. El 70% de ecuatorianos está preocupado por el país. En mayo de 2017 (al inicio del Gobierno), era de 43,6%. En agosto de 2017 la aprobación de la gestión de Moreno era del 77%. Hoy la desaprobación al mandatario es de 60%.

¿Qué mismo es el gobierno de Moreno? Una mezcolanza de ex revolucionarios, empresarios de derecha, gente que bailó con el correísmo (los de Ruptura de los 25) y otros que no niegan sus vínculos, justificando que “Correa era una cosa al principio y después cambió”.

Es un gobierno que nació del desastre de Alianza PAIS que, desde entonces, dejó de ser una agrupación orgánica. Muchos desencantados se han alineado a grupos políticos electoreros y otros, los más recalcitrantes, optaron por RC lista 5, partido del hoy preso Iván Espinel y que acoge a personas con rabo de paja, que fueron beneficiarios de la “década del terror”.

Con los decretos 660 y 662 el régimen quiso recomponer las fichas, asignando funciones al vicepresidente y organizando gabinetes estratégicos para manejar áreas específicas. El resto, muchas ofertas incumplidas y solo algunos proyectos, que se presentan los lunes de noche.

Y mientras “el gobierno de todos” da palos de ciego, los correístas atacan y se regodean con cada paso en falso. Hablan de que, con el Decreto 660, quedó sin funciones el mandatario, señalando que hay un vacío de poder, subsanable con la convocatoria a elecciones presidenciales.

Si, como quieren los correístas, el Consejo de Participación Ciudadana escogido en las urnas, favorece a candidatos afines al ex presidente, no solo cubrirá las espaldas de los grandes negociados y corrupción de la década anterior, sino que podrá hacer y deshacer en las funciones del estado y con los nombramientos de autoridades de control y de fiscalización. ¿Quién gana con el descalabro?

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