EDUARDO VARGAS SALAZAR
Como amor de colegio, la ciudadanía latacungueña emana su encanto por la elección a la reina de nuestra ciudad, sin darse cuenta que, desde que se elige estrellita de navidad estamos inconformes con la ganadora y utilizamos el mismo tono como hablar de la politiquería actual.
Como príncipe de cuento, la municipalidad buscaba a caballo una reina, cuando no hay más que oportunistas en semovientes, y las señoritas candidatas se promocionaban con proyectos de ayuda social cuando en la mayoría de su tiempo ponían en primer lugar sus apellidos rimbombantes sin saber el significado de “servir”.
Más aún, cuando se manejaba este tema con el criterio de que: si es hijita de tal o cual persona si aplica, y si es hijita de fulano No; además que, al ganar la elección no habrá muchas cosas nuevas o diferentes. Y ante esto surgen interrogantes: ¿Bajo qué ordenanza se creó y suprimió la elección de la Reina de Latacunga? ¿La elección de la reina de la ciudad se suprime solo por este año o por todo el período Municipal de esta alcaldía?, ¿Se ha cumplido o no la Disposición General Octava del COOTAD? que manifiesta que los patronatos deben desaparecer.
Hay candidatas honorables, trabajadoras y con alto amor a su ciudad, pero alguna de ellas los patrocinadores la ven como la niña poco agraciada, y por ello no puede ser elegida para representar tal o cual institución entregándola como premio consuelo una banda invento de última hora; por otro lado, existen candidatas que no tienen notoriedad y sus respuestas no son nada elocuentes en contraste a su C.V. a tal punto que confunden sus respuestas entre hobby y pereza. Pero no importa, las candidatas tuvieron su baño de popularidad y la ciudad debe bailar al compás de la reina, porque con ella se inician las festividades.
Como van las cosas, los espectadores ya no opinaremos, porque no habrá elección y tampoco la necesidad de bregar en el asunto que por cierto a más de ser un aspecto decorativo de las fiestas, no contribuye mayormente en el desarrollo.