Comunidad de Yunguilla Vive un turismo integral

AMBIENTE. La tranquilidad de la comunidad se siente desde el ingreso a la población.
AMBIENTE. La tranquilidad de la comunidad se siente desde el ingreso a la población.

El aire y la neblina suben lentamente hasta las casas de Yunguilla, una hermosa comunidad, ubicada en el noroccidente del Distrito.

El adobe y la madera se ven en algunas casas que continúan en construcción y en otras que se han adaptado para recibir a turistas y voluntarios que temporalmente se volverán parte de la comunidad.

Galindo Parra nació en este poblado, que está en plena entrada al bosque nublado, es parte de una de las familias más grandes de la comunidad. Explica que hasta hace 30 años vivían de la ganadería, la agricultura y de la tala y venta de madera. Luego decidieron emprender un proyecto de turismo comunitario y ahora viven mejor.

“Al principio la idea era abrir las puertas de la comunidad a los turistas nacionales y extranjeros para que conocieran cómo es la vida en comunidad y visitaran los atractivos de la zona”.

Cuando el proyecto arrancó, solo el 10% de esa población quiso participar. “No sabían que ese sería el inicio de una transformación para la comunidad. Ahora aproximadamente el 96% de las familias es parte del proyecto y trabajamos de forma colaborativa”.

LEJANÍA. Yunguilla está en la entrada al bosque nublado.
LEJANÍA. Yunguilla está en la entrada al bosque nublado.

Organización
Parra es la tercera generación desde que se emprendió con estos proyectos comunitarios en Yunguilla. Él se turna con otros miembros del poblado para administrar el restaurante que construyeron en uno de los picos de la zona. Desde ahí se tiene una vista inigualable del bosque.

Todo lo que se come en este sitio es totalmente orgánico. Los productos se cosechan de los huertos y chacras que se extienden a un costado del restaurante.

EL DATO
Una de las reglas para vivir permanentemente es casarse con alguien de la población o ser aceptados por la Asamblea comunitaria.“El huerto comprende cosechas uniformes de productos que dan todo el año. La chacra es algo más tradicional, que posee variedad de plantas. Ahí se cosecha por temporadas y se aplican conocimientos tradicionales como la influencia de la Luna”.

Los frutos que se obtienen de este y otros terrenos de la comunidad no solo se utilizan para consumo inmediato, sino para elaborar productos con valor agregado.

Es así como los chihualcanes, las uvillas o las frutillas llegan a la fábrica de mermeladas que, cada 15 días, es responsabilidad de Gloria Mosquera, de 55 años. Ella limpia, pela y hierve los alimentos para después licuarlos y convertirlos en mermelada.

Tras cumplir con el proceso, ella y sus compañeras envasan el producto, lo sellan, lo almacenan y luego lo llevan hasta la tienda comunitaria; donde todos pueden comprar la mermelada Yunguilla.

El local es atendido por Sonia Chuncho, de 40 años. Ella se turna con otra de sus “vecinas”, cada 15 días, para dedicarse a otras actividades. Cuando le toca abrir la tienda, Chuncho llega con su hijo Matías, de 11 años. Cuando hay clases, el pequeño hace sus tareas en el establecimiento.

ACTIVIDADES. Gloria Mosquera es la encargada de elaborar mermelada para la comunidad.
ACTIVIDADES. Gloria Mosquera es la encargada de elaborar mermelada para la comunidad.

Dinero compartido
Todo lo que se gana entra a un fondo común. La Asamblea de la comunidad decide en conjunto qué hacer con el dinero. A veces hacen una fiesta, se dan un gusto o salen de paseo. Las ganancias también se dividen entre los socios. Nadie busca enriquecerse individualmente.

Esta forma de organización les ha permitido emprender una estandarización de casas, tanto para las familias solas como para quienes reciben a turistas o voluntarios.

TOME NOTA
La comunidad de Yunguilla está ubicada a un lado de la vía Calacalí – Nanegalito. Para más información puede comunicarse al 098 021 5476.Parra explica que el objetivo es que, en algún punto, toda la comunidad tenga el mismo estilo de casas y alojamientos. La Asamblea no solo maneja el dinero. También toma decisiones como otorgar permisos de tala para construcciones personales.

“No se puede talar árboles para la comercialización y si se tala se debe reforestar”, dice Parra. Todos los involucrados evalúan cada proyectos e, incluso, deciden si un ajeno que quiera vivir en la comunidad es apto para cumplir las normas de convivencia.

“Aquí hacemos las mingas para arreglar las vías. Pagamos a un guardia en la entrada de la comunidad. Incluso construimos las casas para los vecinos en conjunto. Eso nos da la tranquilidad de vivir en un lugar que no tiene mayor problema y donde todos velamos por todos”.

Turismo y voluntariado
Daysi Collaguazo, junto con su esposo y sus dos hijos de 8 años y 1 año, recibe a turistas en su casa, que es una de las que ya ha logrado estandarizar para brindar alojamiento. Es de dos pisos y tiene acabados de madera y una televisión en la sala.

“La parte de arriba es para turistas y abajo vive la familia. Convivimos por el tiempo que permanezcan en la comunidad”, explica mientras un cachorro camina por su sala olfateando a los visitantes. “Es muy amigable”.

10
MIL hectáreas forman parte de la comunidad que fue declarada Área de Conservación y Uso Sustentable por el Municipio. La noche en una de estas habitaciones cuesta $50. Sin embargo, existe otro tipo de alojamientos para voluntarios nacionales y extranjeros que llegan a la comunidad.

“Hay voluntarios que llegan de España, Inglaterra, Estados Unidos, Italia, con programas internacionales con los que hemos hecho alianzas. Llegan para enseñar inglés en la escuela de la zona, para ayudar en la agricultura y también hay un tipo de voluntariado variado: hacen lo que se necesite”, explica Galindo Parra, el guía de la comunidad.

Almudena Jiménez llegó hace pocos días desde Madrid (España). Para ella, la oportunidad de conocer otras culturas y su forma de organización ha sido una experiencia enriquecedora. Vivir en Yunguilla le ha permitido conocer un mundo utópico de colaboración entre vecinos. “Aquí todos trabajan por todos”.

A la hora del almuerzo, colabora con Galindo en el restaurante. “En España estaba acostumbrada a la oficina. Esto me gusta”, dice mientras sirve alimentos a un grupo de visitantes. (ECV)