Urgencia política

Richard Salazar Medina

Esta ha sido la semana de las censuras. Por fin la Asamblea está cumpliendo con su labor de fiscalizar. Censuró tardíamente a la exministra de Salud, Verónica Espinosa. Al siguiente día, censuró al cura pecador, José Tuárez, que presidía el Consejo de Participación, quien mintió en los documentos que presentó al CNE para su postulación, omitiendo que representaba a un culto religioso.

Se dedicó, ya en funciones, a hacer proselitismo en distintas localidades, con una clara agenda política. Dijo que Dios se comunicó para pedirle que impulse una asamblea constituyente. Lo que no se sabe es a quién llama Dios, si a la divinidad intangible o a un expresidente que se creyó ser supremo pero no habita en los cielos sino en Bélgica. También fueron destituidos los consejeros Chalá, Desintonio y Gómez, quienes junto al fraile quisieron ejecutar dicha agenda correísta.

No es la destitución de Tuárez el problema de fondo, sino la pertinencia del Consejo de Participación. Aparte del enorme peligro que caiga en manos de personas inescrupulosas, la participación ciudadana desde el Estado es un contrasentido. La participación ciudadana surge de las organizaciones sociales de obreros, campesinos, estudiantes, indígenas, gremios, etc. En democracia, los movimientos sociales son fundamentales; hacen contrapeso al Estado, exigiendo los cambios necesarios en la sociedad. Por ello, el Consejo de Participación debe desaparecer. La Corte Constitucional ha indicado el camino a seguir. El Legislativo deberá definir la reforma constitucional, para refrendarlo luego en referéndum.

La Asamblea tiene la urgencia de reformar el Código de la Democracia hasta el próximo febrero. Lo sustancial es cambiar el Método D´Hondt de asignación de escaños.

Es también urgente la reforma constitucional para que la Fiscalía sea independiente de la Judicatura. Si la Fiscalía no puede investigar con independencia, la impunidad campeará, como ocurrió con Alexis Mera, que salió premiado de la cárcel a su casa, por orden de un juez que le dijo a la Fiscal que él tiene más jerarquía. Para los jueces correístas, como con Glas, nunca hay pruebas delictivas que valgan.

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