Putumayo, venezolanos en tierra de nadie

SITUACIÓN. La salida de los venezolanos es por la crisis que se vive en su país.
SITUACIÓN. La salida de los venezolanos es por la crisis que se vive en su país.

Redacción COLOMBIA,
EFE

El miedo y la desesperanza se apoderan del visitante cuando llega al departamento del Putumayo, en la Amazonía colombiana, una región en la que el narcotráfico y la violencia hacen parte de un paisaje cotidiano que ahora atraviesan miles de venezolanos.

El Putumayo, fronterizo con Ecuador y Perú, tiene una de las mayores extensiones de cultivos de coca: ocupa el tercer puesto entre los 32 departamentos del país.

El olvido del Estado durante décadas, la presencia y amenazas de grupos armados contra la población, así como los enfrentamientos por el control de la coca entre bandas que dominan la zona mantienen a los habitantes anclados en el pasado.

Las compañías y las agencias de viaje los pasan por aquí (Putumayo), porque saben que es una frontera selvática”. Vera Quina, jefa de oficina de Acnur en Putumayo.
Alexander, venezolano de 27 años y expolicía, abandonó su país hace cinco meses, llegó a La Hormiga con su esposa Deysi y sus dos hijas, de cinco años y 12 meses. La tercera, de dos años, falleció el 18 de enero.

Apenas 15 días después del entierro decidieron salir de Venezuela, cuando la hija pequeña empezó a mostrar los mismos síntomas que su hermana.

Fue un camino largo que incluyó pasos ilegales, una mochila a cuestas y dormir en la calle antes de llegar a La Hormiga.

La vida en este pueblo colombiano no es que sea mucho mejor que la que dejaron atrás: en una casa de 90 metros, húmeda y donde las colchonetas ocupan gran parte del piso, Alexander y su familia viven hacinados con nueve niños y ocho adultos más.

El Dato
Hasta mayo, más de 1 millón 260 mil venezolanos se quedaron en Colombia.En su habitación, llena de mochilas de niños y alguna de la Cruz Roja con un kit de supervivencia, sin luz natural, duerme la menor de las dos niñas, tumbada boca abajo, vestida solo con un pañal. Respira cada vez más rápido, no saben si por el calor que asfixia La Hormiga o porque continúa con bronconeumonía.

La menor ha recaído siete veces desde que están en Colombia; la sanidad en el Putumayo es un sinónimo de escasez que afecta a colombianos y venezolanos.

Los hospitales de la zona son de nivel dos, para cubrir las necesidades básicas, y si se requieren cuidados especializados el más cercano está a 10 horas de La Hormiga, en el departamento vecino de Nariño.

“El principal problema que encuentran los venezolanos en cuanto a sanidad es el acceso, les brindan una atención primaria, pero si tienen un cuadro más complejo y necesitan un tratamiento es donde encuentran la barrera”, afirma la jefa de oficina de Acnur en Putumayo, Vera Quina.

En números

Putumayo recibió en los seis primeros meses del año a 1.434 venezolanos con vocación de permanencia según Migración Colombia, mientras que Acnur estima que 6.000 están fijos. Rumichaca es el principal paso fronterizo de Colombia y Ecuador y está situado en el departamento de Nariño.

“Las compañías y las agencias de viaje los pasan por aquí, porque saben que es una frontera selvática, porosa, donde no hay controles del Estado y pueden cruzar sin inconvenientes”, dice Quintana.

La seguridad es otro problema; la trata de personas, el reclutamiento de los grupos armados y la vinculación de actividades ilícitas son los riesgos a los que se enfrentan los venezolanos.

Más casos

Cerca de la casa de Alexander, dos hermanos, Juan y Luis (nombres ficticios) aseguran que durante una escala en Cali les propusieron ser raspachines (recolectores) de coca.

“Íbamos a ir pero estábamos como asustados, ya que no sabíamos cómo era eso, a todo el mundo le preguntábamos, ¿cómo es? ¿es peligroso?, había unos que decían que sí, otros que no”, comenta Juan.

Les hicieron una segunda propuesta en La Hormiga pero necesitaban 10.000 pesos (casi 3 dólares) para pagar el pasaje y unas botas para trabajar en el campo, desistieron porque no tenían el dinero.

“Nos decían: ‘a veces llegan, los interceptan y les echan plomo, llegan los helicópteros por arriba y los cogen’, menos mal que conseguimos un trabajo más decente”, recuerda el otro hermano.

Su futuro, como el del Putumayo, continúa incierto hasta que las instituciones dejen de invisibilizarlo. Mientras, organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) o Acnur son el salvavidas al que tanto colombianos como venezolanos acuden en esta zona en busca de una vida mejor.