Adiós al ‘artesano de la lengua’

ESTÉTICA. Es uno de los exponentes mundiales del indigenismo.
ESTÉTICA. Es uno de los exponentes mundiales del indigenismo.
ESTÉTICA. Es uno de los exponentes mundiales del indigenismo.
ESTÉTICA. Es uno de los exponentes mundiales del indigenismo.
ESTÉTICA. Es uno de los exponentes mundiales del indigenismo.
ESTÉTICA. Es uno de los exponentes mundiales del indigenismo.
ESTÉTICA. Es uno de los exponentes mundiales del indigenismo.
ESTÉTICA. Es uno de los exponentes mundiales del indigenismo.

Por Steven Albán Vera

Indiferencia: inclinación sublime frente a lo que no nos interesa. En la actualidad, vemos y vivimos situaciones que dejan perplejos a unos cuantos. Pero, ¿qué sucede cuando se esfuma nuestra capacidad de asombro? ¿Somos presa fácil de la indiferencia, que empieza a abrirse paso entre nuestros caducos sentimientos e inconsistentes percepciones? El dolor, el llanto, el sufrimiento ajeno, ¿nos dicen algo?, ¿despiertan nuestra atención siquiera?

Oswaldo Guayasamín, nacido en Quito, trazó, a través de sus murales, la realidad injusta que aún viven indígenas, negros y mestizos. Sus obras están marcadas por su singular historia: haber sido expulsado de siete colegios, la decepción de su padre al verlo convertirse en artista y la pérdida de uno de sus mejores amigos a causa de una bala perdida: todo esto marcó el aire de protesta que se visualiza en cada uno de sus cuadros.

Arte comprometido
Tonos sombríos, líneas remarcadas y rígidas, siluetas inconclusas y violentadas son la máxima expresión del sufrimiento de un gran grupo de la sociedad que resiste frente a los innumerables golpes de la injusticia. Guayasamín siente, desde el óleo y los colores, cómo la desesperación y la impotencia carcomen su corazón.

Los rostros que pintó son muestra de esa inerte esperanza que yace escondida en la historia de cada persona, cuyas grandes manos esperan una respuesta radical, una salida desesperada del rincón inhumano al que han sido excluidos.
¿Somos, acaso, miembros impunes de la indiferencia social que golpea a nuestros pueblos? Con su arte, Guayasamín nos hizo parte del oprobio, de la indiferencia y el quemeimportismo en que yacen sumidas y enredadas las causas sociales. Así como él, al observar su legado sentimos la locura de la impotencia, que se hace llaga en el cuerpo y contamina el corazón de toda la humanidad.

[email protected]

FRAASE

Mi pintura es para mostrar lo que el hombre hace en contra del hombre”. Oswaldo Guayasamín, artista.

Por Steven Albán Vera

Indiferencia: inclinación sublime frente a lo que no nos interesa. En la actualidad, vemos y vivimos situaciones que dejan perplejos a unos cuantos. Pero, ¿qué sucede cuando se esfuma nuestra capacidad de asombro? ¿Somos presa fácil de la indiferencia, que empieza a abrirse paso entre nuestros caducos sentimientos e inconsistentes percepciones? El dolor, el llanto, el sufrimiento ajeno, ¿nos dicen algo?, ¿despiertan nuestra atención siquiera?

Oswaldo Guayasamín, nacido en Quito, trazó, a través de sus murales, la realidad injusta que aún viven indígenas, negros y mestizos. Sus obras están marcadas por su singular historia: haber sido expulsado de siete colegios, la decepción de su padre al verlo convertirse en artista y la pérdida de uno de sus mejores amigos a causa de una bala perdida: todo esto marcó el aire de protesta que se visualiza en cada uno de sus cuadros.

Arte comprometido
Tonos sombríos, líneas remarcadas y rígidas, siluetas inconclusas y violentadas son la máxima expresión del sufrimiento de un gran grupo de la sociedad que resiste frente a los innumerables golpes de la injusticia. Guayasamín siente, desde el óleo y los colores, cómo la desesperación y la impotencia carcomen su corazón.

Los rostros que pintó son muestra de esa inerte esperanza que yace escondida en la historia de cada persona, cuyas grandes manos esperan una respuesta radical, una salida desesperada del rincón inhumano al que han sido excluidos.
¿Somos, acaso, miembros impunes de la indiferencia social que golpea a nuestros pueblos? Con su arte, Guayasamín nos hizo parte del oprobio, de la indiferencia y el quemeimportismo en que yacen sumidas y enredadas las causas sociales. Así como él, al observar su legado sentimos la locura de la impotencia, que se hace llaga en el cuerpo y contamina el corazón de toda la humanidad.

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Mi pintura es para mostrar lo que el hombre hace en contra del hombre”. Oswaldo Guayasamín, artista.

Por Steven Albán Vera

Indiferencia: inclinación sublime frente a lo que no nos interesa. En la actualidad, vemos y vivimos situaciones que dejan perplejos a unos cuantos. Pero, ¿qué sucede cuando se esfuma nuestra capacidad de asombro? ¿Somos presa fácil de la indiferencia, que empieza a abrirse paso entre nuestros caducos sentimientos e inconsistentes percepciones? El dolor, el llanto, el sufrimiento ajeno, ¿nos dicen algo?, ¿despiertan nuestra atención siquiera?

Oswaldo Guayasamín, nacido en Quito, trazó, a través de sus murales, la realidad injusta que aún viven indígenas, negros y mestizos. Sus obras están marcadas por su singular historia: haber sido expulsado de siete colegios, la decepción de su padre al verlo convertirse en artista y la pérdida de uno de sus mejores amigos a causa de una bala perdida: todo esto marcó el aire de protesta que se visualiza en cada uno de sus cuadros.

Arte comprometido
Tonos sombríos, líneas remarcadas y rígidas, siluetas inconclusas y violentadas son la máxima expresión del sufrimiento de un gran grupo de la sociedad que resiste frente a los innumerables golpes de la injusticia. Guayasamín siente, desde el óleo y los colores, cómo la desesperación y la impotencia carcomen su corazón.

Los rostros que pintó son muestra de esa inerte esperanza que yace escondida en la historia de cada persona, cuyas grandes manos esperan una respuesta radical, una salida desesperada del rincón inhumano al que han sido excluidos.
¿Somos, acaso, miembros impunes de la indiferencia social que golpea a nuestros pueblos? Con su arte, Guayasamín nos hizo parte del oprobio, de la indiferencia y el quemeimportismo en que yacen sumidas y enredadas las causas sociales. Así como él, al observar su legado sentimos la locura de la impotencia, que se hace llaga en el cuerpo y contamina el corazón de toda la humanidad.

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Mi pintura es para mostrar lo que el hombre hace en contra del hombre”. Oswaldo Guayasamín, artista.

Por Steven Albán Vera

Indiferencia: inclinación sublime frente a lo que no nos interesa. En la actualidad, vemos y vivimos situaciones que dejan perplejos a unos cuantos. Pero, ¿qué sucede cuando se esfuma nuestra capacidad de asombro? ¿Somos presa fácil de la indiferencia, que empieza a abrirse paso entre nuestros caducos sentimientos e inconsistentes percepciones? El dolor, el llanto, el sufrimiento ajeno, ¿nos dicen algo?, ¿despiertan nuestra atención siquiera?

Oswaldo Guayasamín, nacido en Quito, trazó, a través de sus murales, la realidad injusta que aún viven indígenas, negros y mestizos. Sus obras están marcadas por su singular historia: haber sido expulsado de siete colegios, la decepción de su padre al verlo convertirse en artista y la pérdida de uno de sus mejores amigos a causa de una bala perdida: todo esto marcó el aire de protesta que se visualiza en cada uno de sus cuadros.

Arte comprometido
Tonos sombríos, líneas remarcadas y rígidas, siluetas inconclusas y violentadas son la máxima expresión del sufrimiento de un gran grupo de la sociedad que resiste frente a los innumerables golpes de la injusticia. Guayasamín siente, desde el óleo y los colores, cómo la desesperación y la impotencia carcomen su corazón.

Los rostros que pintó son muestra de esa inerte esperanza que yace escondida en la historia de cada persona, cuyas grandes manos esperan una respuesta radical, una salida desesperada del rincón inhumano al que han sido excluidos.
¿Somos, acaso, miembros impunes de la indiferencia social que golpea a nuestros pueblos? Con su arte, Guayasamín nos hizo parte del oprobio, de la indiferencia y el quemeimportismo en que yacen sumidas y enredadas las causas sociales. Así como él, al observar su legado sentimos la locura de la impotencia, que se hace llaga en el cuerpo y contamina el corazón de toda la humanidad.

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FRAASE

Mi pintura es para mostrar lo que el hombre hace en contra del hombre”. Oswaldo Guayasamín, artista.