Volver al futuro

Nunca vi la trilogía “Volver al futuro”, por lo que no entiendo que rayos festejaban el 21 de octubre de 2015, sobre todos los “gringos”, con su espíritu de exageración que los caracteriza, tan adeptos a festejar banalidades. Bueno, me tocó ver la “saga” –así se dice ahora-, porque el oficio le obliga a uno a estar enterado de todo, a ser un “especialista en generalidades”, como dice el “Pájaro” Francisco Febres Cordero.
La trama narra las peripecias del joven Marty McFly, quien es enviado accidentalmente de vuelta en el tiempo de 1985 a 1955. Luego de afectar los eventos ocurridos en 1955, concretamente aquellos en los que sus padres se conocieron y enamoraron, Marty debe intentar reunir a sus padres de nuevo para asegurar su propia existencia. Aquí me ganó la malicia. Pensaba en que sería fabuloso regresar al 6 de abril de 1963…
Ya que estamos especulando, y valiéndonos de la ciencia ficción, sería bueno viajar 300 años al futuro para ver qué pasó con la famosa Constitución de Montecristi, que según el “Mashi” era “la mejor del mundo” y que “duraría 300 años”. Me temo que en el año 2311, no encontraríamos vestigios de esta Constitución, ni del Ecuador siquiera, pues como ya lo dijo Santa Marianita de Jesús: “el Ecuador no se acabará por los terremotos, sino por los malos gobiernos”.
Seguramente este viaje sería una experiencia extraordinaria, como para contarla a todo el mundo, eso solamente si sobrevivimos al terror de que en el 2311, gracias a la reelección indefinida, todavía siga gobernando el susodicho, convertido en momia o zombi gritando a todo pulmón: “a esta revolución no la para nada ni nadie”.