SER DE COTOPAXI

Este 1 de Abril Cotopaxi celebró sus 169 años de provincialización, una conmemoración sui generis por la situación que estamos viviendo, no hubieron desfiles, sesiones solemnes ni vísperas, las calles que año tras año se vestían de colores, música y encuentros, esta vez lucieron vacías, a nuestro hermoso paisaje y a nuestro patrimonio único le faltó la gente.

Siempre he creído que las celebraciones deben ser precisamente a las personas, a quienes hacen las ciudades y las provincias, a los seres de carne y hueso que hacen más grande el lugar en el que nacieron.

Pero, qué significa ser de Cotopaxi. De esta tierra del volcán activo más alto del mundo, de los Ilinizas, el Quilotoa, el camino del Inca, las 7 cascadas, Nagsiche, Tilipulo y los miles de rincones que nos acogen. Hacer una caracterización de quienes nacemos aquí no es tarea fácil, en un primer intento diré que si algo hacemos es querer este rincón en el que nacimos, sabemos surgir de las peores circunstancias. Si convivimos con nuestro querido volcán y hemos vivido los peores movimientos telúricos, catástrofes y malos gobiernos. Nos encomendamos a la Virgen de La Merced y nos encantan las buenas fiestas, bailamos una banda con todo el corazón y tomamos las puntas y cremas del Subtrópico. Cuando estamos lejos nos enternece escuchar el “Patrio Solar”, “Tierra Latacungueña”, “Yo soy de Saquisilí”, bailamos la música triste de los danzantes y no nos perdemos un sepelio, quizá sea porque somos muy solidarios entre nosotros, amamos detenernos en la calle a conversar con los conocidos y disfrutamos de las tortillas de maíz, el caldo de gallina, los cuyes, el pinol, los helados de Salcedo, las Tilapias de La Maná, el locro, el tostado y todos los platos tan ricos y tan nuestros.

Celebrar a nuestra provincia es celebrarnos a todos y todas que desde nuestros grandes o pequeños espacios siempre decimos lo orgullosos que estamos de haber nacido aquí.