Momentos para la solidaridad

La familia ecuatoriana enfrenta una grave y profunda crisis humanitaria, como nunca antes en su historia republicana. La situación de Guayas y, en particular de Guayaquil, es singularmente trágica, nos duele a todos y reclama nuestra solidaridad.

Las medidas adoptadas por el Gobierno, el compromiso firme demostrado por algunos de sus funcionarios, el abnegado y heroico comportamiento del personal sanitario y los esfuerzos de las instituciones responsables de la seguridad, parecerían demostrarse insuficientes y, lo que es peor, el repertorio de opciones de respuesta podría agotarse.

Ante esta dolorosa y alarmante realidad se requiere del liderazgo sereno, pero decidido y eficaz del Gobierno central, con el apoyo de las demás funciones del Estado y de todas las juntas parroquiales, alcaldías y prefecturas; del comportamiento respetuoso, humanitario, enmarcado en la Ley, pero firme de las instituciones encargadas del control; de una actitud responsable, disciplinada y consciente del conjunto de la sociedad.

No es este el momento para la búsqueda de culpables, peor todavía para la conspiración política y, mucho menos, para buscar rédito económico personal; por el contrario, es la ocasión para que afloren los valores de nuestra cultura: solidaridad, generosidad, compasión, empatía.

En medio de esto, se han observado acciones positivas. Sectores políticos convocan a la unidad nacional; empresarios, con sentido de responsabilidad social, anuncian su decisión de aportar recursos, no despedir, ni dejar de cumplir con sus obligaciones patronales; y, algunos barrios, se han organizado para enfrentar la situación con prevención comunitaria. Ese es el camino para corregir rumbos y construir el país justo, equitativo y solidario que nos merecemos.

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