Las mismas disputas

Diversos filósofos y autores de ciencia ficción han especulado acerca de cómo una súbita invasión extraterrestre serviría para que la humanidad superara sus diferencias y se uniera. Ya de por sí, esta idea partía de una visión pobre y pesimista del ser humano, que juzga que este solo es capaz de dejar a un lado sus caprichos ante la amenaza de extinción. Sin embargo, tras lo sucedido con el Covid-19, parecería que esta no es solo oscura, sino también equivocada: eso no ha bastado para hacernos entrar en razón.

Conceptualmente, la pandemia del Covid-19 resulta similar a una invasión extraterrestre. Se trata de otro organismo extraño y que, al ser totalmente incapaz de intuir o comprender a los humanos, es capaz de matarnos con la misma despreocupación con la que fumigamos insectos o con la que los alienígenas arrasan ciudades en las películas apocalípticas. Ante una amenaza para la especie, lo lógico hubiese sido una respuesta coordinada de toda la especie, sobre todo si se supone que esta es inteligente. Pero no fue así.

El Covid-19 ha servido apenas como un argumento más en las disputas y polémicas que ya existían. Para los socialistas, el virus es un producto del capitalismo; para los ecologistas antihumanidad, una justa y merecida venganza de la naturaleza; para los adictos a las conspiraciones, una nueva estrategia de dominio mundial; para los xenófobos, una ofensiva china; para los opositores de Trump y Bolsonaro, otra evidencia contra ellos; para los autoritarios, una excusa para reprimir. En Ecuador, ha servido para agudizar las quejas contra la corrupción, los políticos y, sobre todo, la supuesta naturaleza irracional, irresponsable y suicida de los ecuatorianos.

Ante la incertidumbre, atacar a los enemigos de siempre aporta una sensación de normalidad. Es un mero reflejo, un condicionamiento, pero no deja de ser absurdo. Distraerse de un oponente por un momento no significa claudicar; no hay nada de malo en coincidir con un adversario en una solución para un problema común. Ya habrá tiempo para seguir peleando.

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