No me vacunaré

Estas son las palabras que con frecuencia he estado escuchando las últimas semanas y siento felicidad, no porque esté en contra de la vacunación sino porque tengo más esperanza de recibirla.

En Ecuador, si tu vecina te dice “tómate esto para bajar de peso” o como “cura del Covid” te lo tomas sin dudar, sin preguntarte, ¿dónde se hizo este producto? ¿me va a hacer daño? ¿qué efecto tendrá en mi cuerpo?

Es irónico que la gente no duda de la vecina o del amigo del WhatsApp, pero sí de la comunidad científica. Les dices que no fumen porque deteriora la salud, pero lo hacen; lo mismo sucede con el alcohol, la comida chatarra, el azúcar en exceso, entre otros productos que sabemos que nos hacen daño, pero los consumimos y, para excusarnos, sale la expresión “chulla vida”.

También circulan todo tipo de conspiraciones paranoicas acerca de la vacuna: que nos van a inyectar un microchip, que somos un proyecto de los millonarios, que nos va a cambiar el ADN, que nos va a matar porque estamos superpoblados. La pregunta que deberían plantearse es por qué la vacuna irá primero para la ‘línea de defensa’ como son los profesionales de salud y no a la población en general. Por qué querrían que nuestros héroes se mueran si son los que combaten día a día esta pandemia.

En estos meses, la posibilidad de recibir la vacuna para un mortal como yo es casi nula. Este mes, llegarán las primeras 50.000 dosis que solo vacunarán a 25.000 personas (0,14 % de la población), y dicen que estarán destinadas al personal de salud. En marzo, llegarán 2 millones de dosis más, vacunando al 6% de los ecuatorianos.

Se vacunarán primero los políticos, autoridades, fuerza pública y, por último, estaremos nosotros, el pueblo. De corazón te pido: no te pongas la vacuna, y danos la esperanza a los adultos mayores, adultos y jóvenes que sí queremos vacunarnos.

Nelson Santiago Núñez
Estudiante de medicina

Quito