Carrión, por cierto, hoy nos urge

Alejandro Querejeta Barceló

“Usted se presenta como abanderado de esa nueva generación que nos superará, pero que habrá de recordarnos con el afecto de los precursores”, escribió el pensador mexicano José Vasconcelos a Benjamín Carrión (1897–1979) el 7 de abril de 1928. Para el autor de “Los creadores de la nueva América” (1928) y de “Mapa de América” (1930), se trata de una expresión esencial en América Latina.

Una expresión que se traduce en “la indagación profunda de la realidad total del continente y de la realidad particular de cada una de las parcelas nacionales”. El ensayista en nuestro continente “es el interrogador —activo y premioso— de lo que ha sido, es y será esta tierra”. Sus reflexiones versan sobre la literatura, el arte, la cultura, la política, los conflictos sociales, la historia y el pensamiento de su Patria y Nuestra América.

En ellas están sus temores, críticas, previsiones e intuiciones, diagnósticos de los problemas de su tiempo, los fue plasmando en libros, folletos y en cientos de textos en diarios y revistas nacionales y del resto del continente. En cada texto ofrece su pensamiento desnudo, original la mayoría de las veces y pletórico de intuiciones e iluminaciones, y en todo momento dialogante con el lector.

En ellos el tiempo se hace más periodístico, breve y esquemático usando el lenguaje de la conversación, aunque de alta calidad poética, pese a la urgencia con la que casi siempre tuvo que escribir.  Estudia a “socialistas” como Mariátegui y Ugarte, americanistas como Vasconcelos y Reyes, y “arielistas” como García Calderón. Y a un “poeta de provincia” como López Velarde, un vanguardista como Gilberto Owen o Juan Ramón Jiménez.

Al final de su vida es certero enjuiciador de “La Casa Verde” de Mario Vargas Llosa y entusiasta de la “Terra nostra” de Carlos Fuentes. Como sugería el cubano José Martí, tuvo a la crítica como ejercicio del criterio. Una crítica impresionista sin prescindir a los contextos culturales, psicológicos y sociales de la obra y su autor. Además, Carrión echó sobre sí la tarea de estimular el desarrollo de la literatura ecuatoriana, como parte de su idea de la salvación nacional por medio de la cultura.

Algo que, por cierto, hoy nos urge.

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