Liderazgo para el futuro

Ana Changuín

El 30 de junio de 2022, Ecuador experimentó un momento crucial marcado por la firma del Acta por la Paz, tras 18 días de intensas movilizaciones que congregaron al Gobierno Nacional y a las organizaciones CONAIE, FEINE y FENOCIN. Este acuerdo no solo simbolizó un hito en la búsqueda de la convivencia pacífica y la reconciliación, sino que también evidenció la importancia del liderazgo efectivo en tiempos de crisis. Este proceso, bajo la dirección de Francisco Jiménez, ex ministro de Gobierno, dejó una huella significativa en el camino hacia la paz en nuestro país.

Pienso en ese preciso momento a propósito de las elecciones generales que viviremos el 9 de febrero de 2025 y reflexiono sobre la necesidad de contar en la papeleta con un liderazgo que responda a las demandas de nuestra sociedad. No nos confundamos, el auténtico líder trasciende el ejercicio del poder para enfocarse en el bienestar colectivo, abogando por la reconciliación, la paz y el desarrollo. Puedo afirmar que los valores de ese visionario deben estar cimentados en la justicia social, la igualdad y la capacidad de perdonar.

El liderazgo basado en la reconciliación no equivale a debilidad, sino que implica reconocer y abordar los conflictos latentes en una sociedad diversa y pluricultural como la nuestra, buscando la unidad y la resolución de las diferencias, y disminuyendo las inequidades en el camino. Además, este tipo de liderazgo requiere un firme compromiso con los derechos humanos, implementando políticas y leyes equitativas que aborden miles de problemas que ya no necesitan diagnóstico, pues cada minuto que pasa se agravan.

Estoy convencida de que el diálogo y el consenso en la toma de decisiones constituyen herramientas poderosas para avanzar en los grandes conflictos sociales, históricos y contemporáneos. Asimismo, el liderazgo ético, caracterizado por la honestidad y la transparencia en el ejercicio del poder, es esencial para generar confianza y legitimidad en las instituciones. La empatía y la compasión son cualidades indispensables en un líder, y esto se expresa con auténtica preocupación por las necesidades y dificultades de los ciudadanos, especialmente de los más vulnerables.

La crisis de seguridad que enfrentamos requiere líderes que prioricen la protección de la ciudadanía, implementando estrategias efectivas que combatan la delincuencia y restauren la paz en nuestras comunidades. Finalmente, la persistencia y la resiliencia, virtudes que permiten afrontar los desafíos y adversidades con determinación, trabajando incansablemente por objetivos nobles y beneficiosos para la sociedad en su conjunto.

En tiempos de incertidumbre política y frente a liderazgos distorsionados, no debemos desanimarnos, sino buscar un faro visionario que nos una. Es crucial que identifiquemos en quienes aspiran a gobernarnos cualidades como la empatía, la integridad y el compromiso con el bienestar de todos los ciudadanos.