El contralor 100/100

César Ulloa

El juzgamiento del excontralor 100/100 del correísmo, Carlos Pólit, que se desarrolla en los Estados Unidos, demuestra la cloaca en la que se convirtió la institucionalidad ecuatoriana, plagada de sobornos, compras de conciencias, tráfico de influencias, abuso de poder y un largo etcétera de corrupción e impunidad. El caso salpica a muchas personas que, en su momento, manejaron la política desde diversas posiciones y ahora, bajo el membrete de víctimas, pretenden crear una narrativa que ni siquiera convence a sus familias. Esto se conecta en paralelo con los casos Metástasis y Purga que lidera la Fiscalía en un gran trabajo de investigación.

Inevitablemente, en el ambiente huele a pus por todas partes. El Estado lucha contra el avance de la gangrena. Ahora, la amputación resulta inevitable, pues la corrupción no puede quedar en la anécdota o una serie de reportes de prensa. El reto mayor radica en eliminar la impunidad para que la ciudadanía empiece a creer en la justicia, además de desterrar a los partidos y líderes de las agrupaciones que acogieron y albergan a delincuentes que se disfrazan de funcionarios públicos para exprimirle al Estado. En buena hora que estos casos se han abierto al público, pues no se puede naturalizar la viveza criolla y la actuación de la mafia.

¿Qué viene después? Reconstitución de las instituciones. En primer lugar, la profesionalización del servidor público, bajo criterios de técnica y ética. No puede servir al Estado ningún sujeto inescrupuloso, tampoco un ignorante y peor aún, algún aparecido. Al Estado se llega por concurso, designación y también elección. Estas tres formas con sus propias distinciones, sin embargo, nos conducen a lo mismo: adecentar el servicio público y exigir de los partidos políticos lo más elemental en términos de decencia en la formación y selección de sus cuadros.

Por tanto, la desgracia que nos ha traído la corrupción y la impunidad de unos pocos también puede ser una puerta de oportunidad para pensar y actuar, significativamente, en el país que queremos. Y eso significa que ni de broma podemos admitir más ladronzuelos, advenedizos e ignorantes administrando nuestros recursos.