Intentos de golpe

César Ulloa

La realidad política de Bolivia nos pone frente al espejo, pues los fantasmas del autogolpe y el golpe de Estado rondan descaradamente, debido a la escuálida institucionalidad de nuestros países, la que se expresa en hechos, como las intenciones de contrariar la voluntad popular por parte del mismo poder de turno, así como de sus contrincantes. Sin embargo, estos dos espectros no son los únicos en agotar la democracia, ya que hay diversas maneras de ataque desde adentro como las autocracias, los populismos, la polarización y la posverdad. Desde el fin de las dictaduras en los años 80 del siglo pasado, no se registra un proceso de consolidación democrática en varios países de América Latina. Ecuador no es la excepción.

En ese orden de ideas, apenas el 49.4% de la población ecuatoriana está muy de acuerdo y acuerdo con la democracia para el año 2023, según los entrevistados por el Latinobarómetro. Por tanto, hay una mitad que pudiera estar pensando en otro tipo de régimen, lo que refleja una cultura política condicionada por los resultados, en este caso del anterior gobierno, pero además este hecho evidencia una baja apropiación de los valores de la democracia, es decir, el procesamiento de los conflictos en paz, las elecciones, la alternabilidad en el poder, el imperio de la ley, la participación libre y plural de los ciudadanos y el ejercicio de las libertades de expresión, opinión y prensa.

Por otra parte, la inseguridad encabeza la lista de los principales problemas en nuestro Ecuador, así como en otros países de la región, no obstante, la fragilidad de las instituciones democráticas agudiza más las dificultades para la búsqueda de soluciones, porque mientras más debilitado esté el Estado, mayor capacidad de fortalecimiento tendrá la delincuencia transnacional y la común. Se menciona esta situación, pues apenas el 13.17% de la población, según el mismo Latinobarómetro al 2023, confía en la justicia. Los partidos políticos siguen el mismo libreto: el 60.1% no tiene ninguna confianza en ellos. Sin justicia, seguridad y partidos tampoco hay democracia. A cada paso hay inestabilidad, por tanto, los fantasmas están al asedio.