¿Quién va a cuidarnos?

Jorge García Guerrero

Como ha ocurrido en varios momentos de la historia reciente, nuestra incapacidad para reconocer señales nos ha orillado a reaccionar luego de que todo ha sido consumado o se encuentra seriamente descompuesto. Nos pasó con la pandemia, con las paralizaciones, con la generación eléctrica, con la corrupción y con la delincuencia. Ahora, nuevas alertas anticipan la necesidad de tomar decisiones y actuar en función de ellas.

El Censo nos revela que la fecundidad bajó a 1,5 hijos por mujer; que nuestra sociedad está envejeciendo y que 1 de cada 10 ecuatorianos supera los 65 años. Nos dice que los hogares se redujeron a 3,3 miembros y que tenemos 276 mil adultos mayores viviendo solos. Por su lado, los registros nacionales hablan de una disminución del 15% en los nacimientos en apenas 5 años; que quienes salen del país son los adultos jóvenes y que en la próxima década 1 de cada 5 aportantes al IESS rebasará la edad legal para jubilarse.

Si las proyecciones de población anuncian que la cantidad de adultos mayores se duplicará en los próximos 20 años, podemos anticipar la necesidad de fortalecer los sistemas de protección, salud y seguridad social, así como la de priorizar decisiones sobre la educación y el empleo (para mayores de 40 y 50 años), pues resulta evidente que estos sistemas estarán sometidos a mayor presión y que la demanda de cuidado dentro del hogar crecerá en medio de profundos cambios en su composición y tamaño.

Así, cuando la estructura de nuestros hogares cambie en el sentido que muestran las cifras, hayamos llegado a la vejez y busquemos quién nos cuide al estar enfermos o, simplemente nos acompañe a tomar una taza de café; si no hemos logrado ahorrar lo suficiente o no contamos con pensiones jubilares o no tenemos acceso a sistemas de protección fortalecidos, entonces ¿quién va a cuidarnos?