Messi

Martín Riofrío Cordero

El 24 de junio Messi cumplió 37 años. Edad impensable, hasta hace unos pocos años, para que un futbolista siga jugando una competición de máxima élite como la Copa América. Sin embargo, Messi ha demostrado estar al nivel. Es cierto que la MLS, liga donde juega con el Inter Miami, es mucho menos competitiva que la liga española, o la liga francesa, en la que jugó hasta hace poco. Pero él ha demostrado que pese a la edad, y a no tener las mismas cualidades físicas de antes, sigue teniendo el talento intacto.

Para quienes nacimos a comienzos de este siglo, Messi se convirtió en el fútbol. Messi es el fútbol y el fútbol es Messi. En mi caso, tengo pequeños recuerdos de futbolistas como Ronaldinho, Kaká o Ronaldo. Todos ellos jugaban y se encontraban a un gran nivel cuando yo tenía unos seis o siete años. Messi, que comenzó a deslumbrar al mundo a partir con el Barcelona de Rijkaard,  con Guardiola se volvió un futbolista de época. Pocos jugadores después de él he visto que logren jugar con el mismo desparpajo, sobre todo en un fútbol moderno, mucho más físico, donde las jugadas de fantasía parece que han quedado relegadas a un segundo plano. Donde lo táctico prima muchas veces sobre la calidad individual.

Yo recuerdo a ese Barça como una apisonadora. Recuerdo llegar de la escuela o del colegio y ver partidos como el del Olímpico de Roma en el 2009, que ganó 2 a 0 al Manchester United, con un magnífico gol de cabeza suyo. O recuerdo la final del 2011, contra el mismo Manchester, en Wembley, con un aplastante 3 a 1 y un Messi imbatible. En todos esos partidos hacía lo que quería.

Todos esos recuerdos se convirtieron en el fútbol para mí. Un vínculo generacional que me transmitieron mi tío Jorge y mi abuelo, con Messi gambeteando y metiendo golazos de fondo.

Lo cierto es que queda poco de esa infancia. Messi anunció, hace un par de semanas, que su último club será el Inter de Miami. Esto supuso una tristeza enorme para los aficionados del Barça, que como yo, nos enamoramos del equipo gracias a Messi, y anhelábamos un último baile. Pero lo que puede ser lamento, también puede ser una celebración. Hay que celebrar que vivimos la época de Messi, y que todavía podemos disfrutar de su genialidad. Puede que ya no tenga la misma velocidad de antes, pero la inteligencia de un jugador como él hace que con un solo pase o un solo disparo resuelva el partido.

Él no necesita de mucho para definir.

Por eso, celebremos esta Copa América.

Celebremos uno de los últimos bailes de Messi, que todavía no pierde la capacidad de impresionarnos.