Una ley para ‘animales no humanos’ redactada por humanos animales

Pablo Granja

Animal’ es una palabra derivada del latín animalis, que se traduce como “ser dotado de aliento”, o sea que respira, que tiene movimiento propio y autónomo, y un sistema nervioso que les permite interactuar con su entorno y con otros seres que habitan en la diversidad de condiciones de la Tierra. Se los clasifica por su biología, estructura, comportamiento, anatomía y relación con el ser humano. Por las características biológicas sus rasgos son: su nutrición es heterótrofa, o sea que obtienen sus nutrientes de la materia orgánica de otros seres vivos, y se reproducen mayoritariamente por la relación sexual entre un macho y una hembra. También se clasifican en vertebrados e invertebrados; los primeros tienen una estructura ósea interna, mientras los invertebrados carecen de ella, como los insectos, las arañas o los pulpos. Por la relación con el ser humano, se los clasifica en: salvajes, que son los que no están acostumbrados a la presencia del ser humano, por lo que reaccionan de manera instintiva ante su presencia. Los domésticos, en cambio, interactúan con el ser humano e inclusive tienen dependencia de él. Otra clasificación es por su alimentación: carnívoros, que se alimentan de los cuerpos de otros animales, y estos a su vez son depredadores o carroñeros; herbívoros, cuya dieta consiste en materia vegetal; y los omnívoros, que pueden alimentarse tanto de materia orgánica animal o vegetal, como son: el ser humano, los monos, las ratas, los cerdos, entre otros. En resumen, el ser humano es tan animal como cualquier otro que respira, tiene autonomía, se reproduce por relación sexual entre macho y hembra, es vertebrado, omnívoro, depredador y hasta carroñero, como cuando quieren regresar al poder para roer lo que han dejado pegado al hueso luego de haberse atragantado con la carne. Es tan animal que comparte el 96 por ciento del código genético con el chimpancé, con quien, según la ciencia, tendría un antepasado común de hace unos cuatro millones de años. Algunas características que nos acercan es que los chimpancés viven en comunidad, tienen gran variedad de expresiones faciales, pueden caminar erguidos, fabrican y utilizan herramientas y son de las especies más ruidosas y gritonas del mundo animal; similitud que se puede constatar en algunas intervenciones de la Asamblea Nacional. Será que por esta identidad tan cercana un Defensor del Pueblo Encargado, presentó el proyecto Ley Orgánica para la Protección y Defensa de los Derechos de los Animales no Humanos, pendiente de ser discutido en la Asamblea Nacional, que en su exposición de motivos dice cosas como estas: “Los animales no humanos han sido excluidos de la esfera de moralidad y los sistemas jurídicos humanos…, sin reconocérseles derechos, libertades ni el estatus jurídico de personas… seres con valor inherente, dotados de capacidad, sintiencia, autoconciencia y dignidad, con quienes compartimos el planeta en búsqueda del sumak kawsay; y, titulares de una protección especial para la defensa de sus derechos en igualdad y justicia”. Ojalá a este ‘Defensor del Pueblo’ le hayan encargado cualquier otra función en la cual no tenga que opinar, ya que entre algunas de las cosas que propone en esta ley son:

Art.4 a). Igualdad y no discriminación: Todos los animales no humanos son iguales ante la ley y gozarán de su protección y no podrán ser discriminados por cualquier distinción, individual o colectiva, temporal o permanente.

e). En caso de duda sobre el alcance de las disposiciones legales o reglamentarias, se aplicará el sentido más favorable a la protección de los animales no humanos.

En pocas palabras, según el criterio del animal humano que redactó el texto, las ratas de alcantarilla, los alacranes con su ponzoña, el mosquito que transmite el dengue, tienen iguales derechos de protección que los pájaros que nos alegran con sus cantos, las mariposas que colorean nuestros jardines o las abejas que nos deleitan con su miel. Y todos los derechos de ellos, según el texto, tendrían prevalencia sobre los que actualmente gozan niños y ancianos; mujeres u hombres; sanos o enfermos; judíos, moros o cristianos.