Entre la autoridad tradicional y la cultura del cambio

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Rodrigo Contero Peñafiel

Ser mayor de edad conlleva una carga de autoridad legítima, pero su valor reside en la contribución tangible que esa edad aporta tanto al individuo como al núcleo familiar. Sin embargo, el paso del tiempo no siempre se traduce en una acumulación constante de sabiduría; también puede acarrear desafíos como la desactualización, la pérdida de creatividad y recursos, y el peso de las derrotas.

En el tejido social contemporáneo, coexisten dos dinámicas culturales: la estática y acrítica cultura postfigurativa, representada por la continuidad de tres generaciones que comparten un contexto social similar; y la cultura configurativa del cambio, donde la familia se reduce a dos generaciones y las instituciones de socialización ganan prominencia.

La transmisión intergeneracional de conocimientos, valores y normas es fundamental para la evolución cultural. Sin embargo, en muchos casos, esta responsabilidad recae en las instituciones educativas, relegando a los padres a roles más periféricos. Esta dinámica puede conducir a una sensación de pérdida de autoridad y relevancia por parte de los adultos mayores, quienes ven cómo los jóvenes se convierten en los principales transmisores de conocimiento tecnológico y social.

La experiencia acumulada a lo largo de los años ya no garantiza una guía efectiva para el presente y el futuro. En una sociedad configurativa, los adultos buscan modelos de comportamiento en sus pares, mientras que los jóvenes adquieren nuevos roles y habilidades a través de instituciones modernas, con el respaldo financiero de las generaciones mayores. Esta brecha generacional puede generar una desconexión social que redefine los patrones tradicionales de interacción y transmisión cultural.

La dinámica entre la autoridad tradicional asociada con la edad y la cultura del cambio que caracteriza a la sociedad contemporánea plantea desafíos y oportunidades únicas para la transmisión intergeneracional de conocimientos y valores. Reconocer y adaptarse a estas dinámicas es esencial para promover una convivencia armónica y una evolución cultural significativa en el mundo actual.