El Gobierno renunció a protegernos

Salvatore Foti

El aumento irrefrenable de secuestros, sumado al sicariato, los asaltos y el hecho ineludible de ser uno de los países más peligrosos de Latinoamérica, lleva a la conclusión de que el Gobierno ha renunciado a protegernos.

Los que somos víctimas de la violencia somos simples daños colaterales de una política nefasta e indiferente por parte de nuestro presidente y su círculo más cercano.

No hace falta ningún plan Fénix ni fase 1, 2, 3 o 1000. Lo que hace falta es voluntad política y un plan tan sencillo como este: sacar militares y policías para que hagan revisiones en las carreteras y en la ciudad las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Si no controlan el territorio, siempre llegarán después de los criminales.

El país y sus carreteras están abandonados y a la merced de los delincuentes. ¿Acaso no secuestran y asaltan incluso en las arterias principales de la nación a choferes y viajeros?

Es evidente que la sangre y el sufrimiento a los que nos han sometido los grupos terroristas no les quitan el sueño a aquellos que se la pasan viajando y diciéndonos que el país está más seguro porque tiene otras prioridades, como: darle un “golpe de Estado” a la vicepresidenta; hacer campaña electoral; quedar bien con el FMI y seguir aprovechándose de la desesperación de la gente para subir el IVA y, ya mismo, los combustibles a cambio de absolutamente nada.

El gobierno ha renunciado a gobernar desde el primer día. Solo hace falta dar seguimiento a casos como el de Olón para entender cuáles son las prioridades de nuestros gobernantes, prioridades que nos han llevado a ser un país tercermundista y sumamente peligroso. Y cada día, con o sin plan Fénix, escuchamos de ataques violentos y de decenas de asesinados porque el Gobierno no puede, no sabe o no entiende cómo poner un freno. Si no faltara tan poco a las próximas elecciones ya deberíamos hablar de un gobierno fallido y de la necesidad de exigir la renuncia.