Desafíos

Wellington Toapanta

Mientras no cesa el ascenso del riesgo país por “razones de mercado”, disminuye la producción petrolera, el sistema hidroeléctrico tiene problemas de generación por intensa pluviosidad, se agudizan desencuentros en la cúpula gubernamental, como incertidumbre en la futura dirección política del país.

La gobernabilidad supone armonía entre las Funciones del Estado, más en la Ejecutiva, pero se desenvuelven con desencuentros por intereses particulares que inciden en gestión pública, como refleja la endeble normatividad política-electoral que promueve aventurerismos políticos, precaria en control de previsiones doctrinarias e ideológicas, de controvertibles candidatos.

Para las elecciones presidenciales, legislativas y de parlamentarios andinos del 9 de febrero de 2025, han sido habilitados 78 partidos y movimientos políticos que tienen relativa existencia orgánica, precaria capacitación e investigaciones y publicaciones sobre temas de interés nacional e internacional, vocería parlamentaria frágil.

Esas características de la “clase política dirigente” contaminan el sistema económico-social, no son halagüeñas para motivar inversión, desarrollo, bienestar nacional, lo que conlleva a que la población se dinamice con desconfianza, inseguridad, desazón, más sí aquella demuestra desinterés por el inducido deterioro y agonía de Petroecuador como empresa pública, por el peligro que corre el Oleoducto de Crudos Pesados al que desean remediar con un sedante by pass, no con una variante lógica, lejana al monumento a la delincuencia organizada: la hidroeléctrica Coca Codo-Sinclair.

Escenario en el que ciertos precandidatos presidenciales ya ensayan peroratas con el consabido gasto público filántropo, sin identificar financiamiento: ¿más deuda? Excluyen proyectos productivos, a los que más bien pensarían neutralizar para debilitar el sistema productivo (artesanal, micro, pequeña, mediana y gran empresa), tangibles sostenes de inversiones, de transferencia de tecnología, de bienes y servicios, del comercio exterior, de empleo, de impuestos, del sector público, de bienestar económico y social ciudadano.

Si la angustia nacional es por dinero, por aquella decena de años de depredación, imperativo es generar ingresos; tiene el país inmensas riquezas inactivas; preciso es fortalecer y ampliar horizontes petrolero, minero, agropecuario, turístico; concesionar los sistemas ferroviario y viales redituables; hacerlo redundará en materializar la ansiada economía sana ecuatoriana.