El pueblo busca a Diana 

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

El pueblo ecuatoriano, en su justa y desesperada búsqueda de la solución a sus problemas de inseguridad y de falta de paz y de prosperidad,  ha creído que la Dra. Diana Salazar, actual Fiscal General de la Nación, podría ser la solución a sus problemas sociales, jurídicos y económicos; puesto que habiendo demostrado   honestidad, conocimientos profesionales, altísima capacidad de trabajo cual ninguna persona lo ha hecho con tanta verticalidad y pulcritud que hasta ha sido premiada y admirada internacionalmente. 

El pueblo la quiere tener como presidenta de la República del Ecuador para que solucione los acuciantes problemas y que sea la que cierre el paso a los politiqueros de siempre que han robado y tienen al país en terapia intensiva. 

El pueblo profundo por las calles se manifiesta y dice: nos quitaron a Fernando Villavicencio y hoy ruegan para que, así como Corina Machado en Venezuela le piden que no los dejes solos y los ayude a conseguir la libertad perdida y puedan recuperar el poder adquisitivo y no seguir muriendo de hambre. Los ecuatorianos que viven con un dólar diario, con una familia numerosa y empobrecida, piden a Diana Salazar que se convierta en un Bukele y devuelva la seguridad a los tenderos y dueños de pequeños negocios que les evite las extorsiones para no huir del país como muchos están haciendo, antes que ser asesinados, extorsionados o secuestrados. 

Este pueblo condiciona a Diana y pide además que gobierne democráticamente con el pueblo y los escuche, que reduzca el tamaño del Estado, que empiece suprimiendo las prefecturas y que todo aquello pase a mano de cada Municipio, suprimir los sueldos vitalicios de los expresidentes y exvicepresidentes, redactar una nueva Constitución, reformar el pensum escolar y volver a enseñar los valores que mucha falta hace en la educación, hoy en crisis, reformar profundamente el COIP y mantener su objetivo de cero tolerancia a la impunidad ante la delincuencia de todo tipo, con incremento de penas sin rebajas de ninguna clase y que cada PPL pague su alimentación o sus familiares más cercanos. 

Hasta que la sensibilidad de aquella honesta mujer escuche el clamor ciudadano, que Dios nos ampare. 

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