Correa y Noboa

Giuseppe Cabrera

Con mucha habilidad política el Presidente logró los apoyos necesarios en el legislativo nacional, aprobó los proyectos que ofreció al inicio de su gestión, ganó una consulta popular y mantiene altos índices de popularidad de cara a un nuevo proceso electoral en el que buscará una nueva elección, en la que no se contabilizará este corto periodo de gobierno. Esta descripción con generalidades, bien se podría entender como una realizada a los primeros años de Correa, que van desde 2006 hasta su primera elección con la constitución de 2008 o, también servirían bien para graficar lo que han sido los primeros seis meses de administración de Noboa y es que, por fuera del estilo comunicacional que tienen, uno con sabatinas de horas y el otro con informes a la nación que duran menos de una hora, ambos coinciden en una forma de hacer política, que es el populismo, porque siendo este, capaz de orillarse a la izquierda o la derecha, el populismo se identifica más por su discurso anti sistema, su negación e incumplimiento del estado derecho y, la identificación de un enemigo único contra el pueblo mayoritario noble y puro. Noboa cumple las tres, no ha respetado las convenciones internacionales sobre estados de guerra, ni la inviolabilidad de recintos diplomáticos, tiene un discurso en contra del sistema que ahora dice elabora un complot en su contra y, tiene un enemigo, que son los grupos de delincuencia organizado y, cualquiera que critique su gestión o pida cuentas del Plan Fénix es un antipatria y, está alineado con los GDO.

Este Noboa y el primer Correa se parecen, en esas primeras banderas rojas que nos indican rasgos de autoritarismo y desdén por la democracia liberal y sus elementos constitutivos, exceptuando tal vez que en Noboa no vemos que se haya abierto un frente directo contra los medios de comunicación, como sí lo hizo Correa.

Estamos ante un presidente impredecible, que, así como violó la residencia de una sede diplomática o declaró un estado de guerra contra los GDO, como no se había visto antes en América Latina, mañana puede dejar encargando la presidencia a uno de sus ministros y, poner a Abad a un costado o, mantenernos en estado de excepción perpetuo.