Incertidumbre

Carlos Arellano

El plan de trabajo presentado por la excandidata y ahora alcaldesa de Ambato, Diana Caiza, era simplemente una enumeración de intenciones, es decir, una proyección poca ambiciosa de lo que su administración municipal esperaba alcanzar entre 2023 y 2027. En sus páginas se esbozaban los siguientes ejes de desarrollo: seguridad integral, dinamización económica y generación de empleo, transición ecológica y desarrollo social.

En el ámbito de la seguridad integral, la Alcaldesa proponía una serie de actividades destinadas a fortalecer la seguridad ciudadana en el ámbito de las competencias locales. Por otro lado, en el eje de economía y generación de empleo, se planteaban actividades como la ejecución de infraestructuras viales, la mejora de aceras y bordillos, y el mantenimiento vial rutinario, junto con el ambicioso «mejoramiento de la cultura vial» para los actores de tránsito.

Sin embargo, en los 13 meses transcurridos desde la toma de posesión de la señora Caiza, estos objetivos han sido, en su mayoría, relegados al olvido. La red vial urbana está sin mantenimiento, las plazas y mercados se encuentran en decadencia, y la escasez de obra pública es evidente. La inseguridad en los espacios públicos y la informalidad proliferan, mientras los siniestros de tránsito empiezan a aparecer en las cercanías de los antiguos fotorradares, y algunas obras inconclusas de la administración anterior permanecen en el limbo.

Los conflictos internos en la Municipalidad han empañado cualquier avance potencial. Los enfrentamientos con un grupo de concejales opositores y las discrepancias con el vicealcalde Luis Manobanda han dominado la escena política local. Incluso la celebración de la Fiesta de la Fruta y de las Flores, se ha visto empañada por la falta de coordinación e innovación.

En julio de 2023, el Vicealcalde denunció públicamente las imposiciones de la Alcaldesa. Manobanda, un mecánico automotriz de profesión, está destinado a asumir la alcaldía durante la licencia de maternidad de Caiza. No obstante, su perfil, carente de experiencia en gestión pública y con dificultades para expresar sus opiniones, sumado a un equipo de trabajo posiblemente impuesto, siembra serias dudas sobre el futuro de Ambato. Así, el horizonte de la ciudad se vislumbra cada vez más incierto, sumido en un mar de promesas incumplidas y conflictos sin resolver.