Rondalla Ambateña: oda para ser cantada

Jaime López

Todo empezó hace 36 años cuando el creador de la Rondalla Ambateña algún fin de semana, una vez que había retornado a su país graduado con honores en el Conservatorio de Moscú, convocó a un grupo de damas y varones que estén interesados en cantar por las coloniales calles de su querida Ambato, el canto nacional. Así fue y nació una de sus creaciones que se integró a las definiciones que el maestro Álvaro Manzano recibió del Ecuador entero, sobre todo en la dirección de la Orquesta Sinfónica Nacional, que le decían los admiradores que la Sinfónica debía definirse antes y después de Álvaro. Así es y así será. Configurado el camino a seguir, definido el norte donde debía llegar,  el grupo Rondallo, hombres, mujeres, sin espíritu de lucro, la mayoría autodidactas, cubrieron sus lazos sanguíneos y amistad, ejerciendo sus labores profesionales  con dignidad para ser y estar, ser el ícono referente de otras agrupaciones que surgieron en las otras ciudades hermanas, siguiendo el ejemplo, que igualmente se dedicaron al cultivo del lenguaje vestido con composiciones y arpegios poéticos creados por los nuestros  y otros poetas de más allá de nuestros límites geográficos. Y llegaron los aniversarios luego de algunas giras internacionales, sin que los Rondallos sintieran su interior mitigado por esfuerzos, al contrario, los homenajes y distinciones han ido decorando sus afanes por darle la imagen que Ambato debe complementar en su actividad de comercio y receptora de la producción agrícola del centro del país, cumplieron su labor resucitadora de himnos y arpegios, convirtieron al Altivo Ambateño en otro de sus himnos que de manera acertada en las escuelas y colegios los docentes se encargaron de que los alumnos lo aprendan e interpreten para solemnizar sus sesiones conmemorativas, sobre todo para que el  1949 no siga siendo opresor de recuerdos, sino revitalizador de esfuerzos. El poeta Mario Cobo dijo alguna vez “que la Rondalla hizo que Ambato fuera más bella porque encontró otro río porque en sus cuerdas y voces corría la música y por ella bajaba el alma. La distinción que el Gobierno Provincial otorga el 3 de julio a la Rondalla por sus aportes cívicos  a Tungurahua debe ser resaltada, entonces “…el cariño de la gente, no se puede olvidar, el aplauso permanente que acompaña su caminar por otras ciudades y calles, siendo siempre juglar, los designó emblema y blasón de Ambato, les dio un lugar enclavado en el corazón ecuatoriano y con razón…”