Un ‘plan B’ para la jubilación

Cada ecuatoriano, especialmente los jóvenes, necesita entender y aceptar la realidad de la seguridad social: es muy poco probable que en un futuro cercano existan jubilaciones como las de hoy. Por un lado, bajo las condiciones actuales, el sistema resulta insostenible; por el otro, el número de afiliaciones entre los jóvenes está descendiendo. El escenario a mediano y largo plazo, aunque sea desolador, es bastante claro.

Sería absurdo e irresponsable suponer que la dirección de la institución se corregirá en el horizonte cercano. Nada apunta a que eso vaya a suceder. El empleo es aún mayoritariamente informal y no se avizora ninguna reforma laboral sustancial. El país lleva ya una década sin crecimiento económico, con deuda pública en aumento, sin visos de cambio. El crecimiento demográfico se ralentiza y la población irá envejeciendo.

Todas las reformas que se han planteado para el IESS —separar salud de pensiones, revertir la atención médica a familiares de afiliados, aumentar años de aportaciones, aumentar la tasa de aporte, cambiar la fórmula de cálculo de jubilaciones, entre varias otras.— han sido rechazadas y la institución se ha visto obligada a apelar a maniobras extremas, como abrirse a menores de edad y buscar aportantes en el extranjero.

De nada servirá cerrar los ojos ahora y quejarse más adelante, dentro de un par de décadas, cuando la tan esperada jubilación no llegue y los aportes propios se hayan licuado comprándole tiempo a un sistema que naufragaba. Quizá le corresponde al ciudadano considerar desde ya, —mientras exige y propone reformas al sistema— apersonarse de su futuro, ser previsor y buscar una alternativa para su jubilación. Es lo que nos ha tocado.