Una causa justa en la que vale la pena perseverar

La lucha contra la desnutrición crónica infantil fue uno de los programas emblemáticos del gobierno del presidente Guillermo Lasso. Desgraciadamente, la pompa excesiva que se hizo de la iniciativa y, a la vez, el marcado interés de la nueva administración por distanciarse de su predecesor e imponer su agenda propia, ha hecho que esta valiosa misión pierda protagonismo. Sin duda, es un buen momento para retomarla.

Pocas causas pueden generar un consenso tan amplio entre la ciudadanía como la del combate a la desnutrición crónica infantil. Se trata de un cometido ineludible en el camino hacia el desarrollo, que cuenta, además, con la ventaja de ser una tarea medible y verificable, de costo relativamente bajo. Bastaría un esfuerzo consciente por mantener a la iniciativa libre de banderas partidistas o cálculos electorales para que, en un tiempo breve, coseche el apoyo incondicional de toda la ciudadanía y, especialmente, de la clase política.

El camino está trazado. La experiencia de años pasados ya ha servido para aportar valiosas lecciones acerca de qué remediar y qué reforzar. El fracaso de iniciativas osadas para asegurar financiamiento, como la venta del Banco del Pacífico, demostró que se requiere integrar seriamente el proyecto al presupuesto regular. Igualmente, los problemas de datos y seguimiento deben subsanarse cuanto antes. Se requiere también inversión en servicios básicos, obra pública y logística para que los logros sean sostenibles. Además, es necesaria la plena conciencia ciudadana de que los resultados definitivos y palpables solo se verán a largo plazo.

Ecuador necesita sentar precedentes de políticas de Estado continuadas; este sería el mejor ejemplo.