Literatura. La vergüenza de Annie Ernaux

Mariana Yépez Andrade | [email protected]

La autora describe con absoluta sencillez un gravísimo acontecimiento ocurrido en el interior de su casa, un domingo del año 1952: su padre quiso matar a su madre, lo que le ocasionó extrema vergüenza, la misma que es recogida en su libro y más aún corresponde a su título.

Ella tiene 12 años de edad, y de aquel día surgen otros hechos que graban su vida,; se percata de la diferencia de clase económica y social de su familia frente a las otras personas que viven en el mismo lugar, de las compañeras del Colegio Privado donde se educa y de quienes compartieron un viaje a diferentes lugares de Francia.

Desde aquel domingo, dice Anni Ernaus se interpone un filtro entre la vida y ella, lo que significaría que no la deja fluir libremente. Su excesiva conciencia le impide concentrarse, pero cree tener éxito en el estudio.

La niña de ayer no puede juzgar esa escena, tanto más que no había visto más allá de ciertos límites de su pueblo. Me pregunto: ¿y ahora que piensa? Tanto más que a fojas 16 dice que e ese hecho “no existía culpa ni culpable” Lo cierto es que aquel domingo le produjo terror. Sus sentimientos fueron contradictorios, ya que su padre la adoraba y había querido matar a su madre, que también la adoraba.

Después adquirió la responsabilidad de vigilar a su madre, su rostro y sus manos.

Ese domingo no solamente se produjo un grave incidente, sino que le cambió la vida y adquirió conciencia de los sentimientos de los que le rodeaba

Me resulta extraño que pasado el tiempo haya revisado en los archivos de Rua, los periódicos Paris-Normandia de 1952, en los que el domingo 15 de junio aparecieron acontecimientos internacionales y de interés colectivo, como la guerra.

No sé qué deseaba encontrar, talvez que ese día sucedieron hechos tan importantes que empequeñecieron al evento sucedido en su casa, ¿lo que le ayudaría a olvidar?

La autora describe los modismos, las costumbres, la forma de comer, el vocabulario del barrio y de la época.  En las conversaciones se alude a la guerra, se clasifican los hechos y actuaciones de la gente, su conducta y las categorizaciones del bien y del mal, con limitaciones propias de una población pequeña, cuyo nombre se desconoce, aunque parece que está en la zona de Ruan, que es la capital de la región de Normandía, en el norte de Francia.

Me llama la atención que las costumbres de ese pueblo en el año 1952, correspondan a la típica vida de los pueblos de Ecuador.  Estamos en la década del 50 del siglo anterior y las conversaciones, distracciones, valoraciones y otras formas de vida son iguales a las que se vivieron en las pequeñas ciudades y poblaciones de nuestro país, lo que nos indica que no había diferencias entre los pueblos europeos y los de América en aquellas épocas.

Otro tema que me sorprende es el criterio sobre la salud y la enfermedad. La primera era una cualidad, mientras que la enfermedad estaba unida a la culpa (fs. 59). Esto tiene íntima relación con la antigua cultura judía, en que la enfermedad era vista como un castigo y los enfermos eran separados de la sociedad, eran marginados, así lo relatan dos Evangelistas en la Biblia. Jesús era criticado cuando realizaba curaciones.

Ve el mundo de 1952 de un solo color, el del limitado ambiente en el que se desenvuelve: su madre, su padre, las personas que concurren al negocio que tienen, los vecinos, la escuela y la Iglesia. En el Colegio las estudiantes eran clasificadas en creídas y no creídas, no tenía amigos. Su madre es orientación, es el deber y es la dirección de la religión, que es una práctica que vive la madre. Ser mejor es tomar el ejemplo de ella, quien le da el modelo a seguir.

El viaje que realiza con su padre es importante por ser el primero y además porque es la primera vez que se relaciona con otras personas; sin embargo, en el hotel y en el comedor evidenció que había dos mundos. Descubrió que había otro, al cual no pertenecía.  Vivía una vida de ilusión. Se sentía cifrada por el lugar que ocupaba en la sociedad.

Es un relato autobiográfico de la autora sobre su niñez y los hechos que le auto descubrieron como una niña que quiere crecer en lo físico, que descubre la clase social y económica a la que pertenece, la vergüenza por un acto violento de su padre, y como eso imprimió su vida y generó vergüenza por varios eventos. La vergüenza la acompañaba, todo lo avergonzaba, tenía complejos porque pertenecía a una clase social baja.

La vergüenza no es únicamente por la sorpresiva y grave intención del padre de matar a la madre, sino por una serie de hechos; la llevaba dentro de su propio cuerpo y esa escena se convirtió en una forma de vida como afirma a fs. 118,119. La autora sostiene que la vergüenza siempre lleva consigo la sensación de que, a partir de ese momento, puede sucederte cualquier cosa, de que es algo que no tiene fin, pues “la vergüenza se alimenta de vergüenza”

Mariana Yépez Andrade | [email protected]