Los papeles de la Casa Velha de Joaquín María Machado de Asís

Mariana Yépez Andrade | [email protected]

Se trata de una novela corta, dividida en diez capítulos, escrita por el reconocido escritor brasileño Joaquín María Machado de Assis, que se le considera el creador del relato moderno junto con Chéjov.

Relata la presencia de un sacerdote, en la casa de una familia en Río de Janeiro, en el año 1838, con el objeto de escribir una obra política sobre la historia del reinado de Pedro I.

La casa Velha era una edificación imponente que data de fines del siglo XVIII, en la que vivía doña Antônia la viuda de quien fuera ministro de Pedro I, y su joven hijo Félix.

El autor describe la casa como una especie de hacienda o villa donde los días  “se parecían demasiado unos a otros”. La señora Antonia gobernaba ese pequeño mundo con mucha discreción, generosidad y justicia. Doña Antonia era de Minas Gerais, pero se crió en Rio de Janeiro, en esa misma casa Velha donde se casó  y murió su marido.

Ella autorizó que el sacerdote revise los libros y papeles de la biblioteca de su casa para obtener información que le fuera útil para escribir sobre Pedro I, la historia del primer Reinado en Brasil.

En su estadía el sacerdote hace amistad con Félix y con una joven amiga de la familia, de nombre Claudia, pero que la llamaban  Lalau, de grandes atractivos físicos; era huérfana de padre y madre y vivía en casa de una tía, pero había sido educada por doña Antonia, criándose  en Casa Velha. Doña Antonia la quería y la consideraba como miembro de la familia.

De Lalau,  el sacerdote afirma: “ era una criatura adorable, espigada, con no más de diecisiete años, dueña de unos ojos como no he vuelto a ver otros, claros y vivos, capaces de sonreír cuando la boca no lo hacía” ; y, que “ no digo que todas las líneas fueran perfectas, pero el alma se encargaba de corregirlo todo.”

El sacerdote descubre el amor que existía entre Félix y Lalau, lo que le parece problemático por las diferencia sociales y económicas; habla con doña Antonia, quien se opone rotundamente a un posible matrimonio de los dos, y sugiere que son hermanos, ante lo cual se separan y ella regresa a vivir con su tía sumida en el dolor.

El sacerdote descubre la verdad, o sea que no son hermanos y trata de acercarlos  nuevamente, pero Lalau se niega y más bien se compromete con el hijo del cochero.

Esta trama que parece tan simple tiene la riqueza de la descripción de los personajes desde la perspectiva sicológica, como son sus actitudes, pensamientos y sentimientos. Es una novela con relato fluido, de fácil lectura, que fue calificada como una obra maestra de misterio y penetración.

Juan Sebastián Cárdenas, el traductor de la novela, con mucha razón dice sobre  Machado de Assis que “la concisión y la economía de su prosa, su predilección por la alusión antes que por el énfasis, la cálida distancia con que aborda ciertas escenas en las que habrían podido ceder a la tentación de la descripción pintoresca y al color local, su habilidad para esbozar las situaciones con dos o tres pinceladas, la ironía bondadosa, a todo eso basta para convertirlo en nuestro interlocutor.”

Mariana Yépez Andrade
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