Clama por líquido vital

JOSÉ LUIS SAMPIETRO SAQUICELA

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce que el acceso al agua salubre suficiente para uso personal y doméstico, es un derecho natural de todo ser humano. No obstante, también admite las dificultades inherentes a cumplir este objetivo postulando que cerca de 1.300 millones de personas en el mundo, no cuentan con este servicio elemental.

Un criterio validado, derivado de la experticia sobre la diversas crisis por la escasez de agua históricamente a nivel global, diferencia la carencia de este líquido vital, primero, por causas netamente hídricas, que pueden obedecer a estrés hídrico, déficit hídrico y crisis hídrica, y, segundo, a la escasez económica del agua en donde los recursos naturales son suficientes, pero no se han sabido administrar y gestionar desde el punto de vista económico y político.

Este segundo escenario es el que tiene sumido a Esmeraldas, Atacames y Rioverde en una profunda crisis social, económica y humanitaria. Resulta difícil de creer que en la era del conocimiento, en el siglo XXI, los barrios de Esmeraldas clamen por líquido vital, el que en ciertas ocasiones no llega por lapsos superiores a 15 días.

En 2010 se publicó en diversos diarios del país lo siguiente: “En 192 planteles educativos de Esmeraldas hay problemas de abastecimiento de agua potable” y hoy hace pocos días, las clases tuvieron que ser suspendidas por falta de agua en los planteles. ¿Dónde está el aprendizaje de las autoridades para implementar nuevos modelos de gestión? La crisis de escasez de agua no solamente trae consigo el truncamiento de la transmisión del conocimiento en las escuelas y universidades, sino que se convierte en una causa de proliferación de enfermedades en la provincia, que en la actualidad no se da abasto con los centros de salud que posee.

Según la Organización Mundial para la Salud (OMS) la restricción del uso de agua potable es capaz de producir brotes de diarrea, paludismo, esquistosomiasis, helmintiasis intestinales (ascariasis, tricuriasis, anquilostomiasis), hepatitis A, fluorosis y otros cuadros clínicos que afectan a la familia esmeraldeña de forma integral, pues, en una ya deprimida economía deben destinar cierta cantidad de recursos para poder mantener su salud en un estado aceptable, mientras esperan que se solucione definitivamente este problema.