El acoso en las universidades queda en la impunidad

ILUSTRATIVA. Muchos de los testimonios hablan del miedo que pueden tener las víctimas de denunciar estos hechos.
ILUSTRATIVA. Muchos de los testimonios hablan del miedo que pueden tener las víctimas de denunciar estos hechos.

En eso concuerdan autoridades y estudiantes. No hay cifras sobre denuncias y el miedo es un factor común.

En los últimos cuatro años, en la Universidad Central, una de las que más cantidad de estudiantes acoge en el país, se han denunciado tres casos de acoso de profesores contra alumnas. Uno de los más sonados se detectó en 2013, en la Facultad de Química, y volvió a escena el jueves anterior, luego de que el Tribunal Contencioso dispuso que el acusado fuera restituido a las aulas de la institución.

La medida genera el rechazo de los estudiantes y las autoridades, pues indican que tanto la Justicia como el Consejo de Educación Superior (CES) les han dado la espalda a las víctimas. “No queremos que este caso quede en la impunidad”, dijo Paola G., una de las alumnas denunciantes.

El argumento de esas instancias es que el Consejo Académico del centro de estudios no tenía competencia para declarar la culpabilidad del profesor ni para destituirlo, sin que previamente lo resolviera la Justicia.

El caso está en análisis de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt), según indicó Soledad Coloma, directora de Formación del organismo, quien concordó en que esto no puede quedar sin sanción por un “mal procedimiento” de la Universidad.

Hace dos meses, otro profesor de la Facultad de Economía fue denunciado por el mismo motivo, al igual que un docente de la Facultad de Ciencias Sociales. Paola, sin embargo, comentó que los alumnos están levantando información y que el número de casos podría superar el centenar.

La cifra de cuántos episodios como estos se dan dado en otras universidades del país es incierta. Ayer, durante un foro sobre esta problemática en la Central, la Senescyt reconoció que no cuenta con datos al respecto y que incluso hay carencia de protocolos para atender a las víctimas.

Preocupación

“¿Qué eventos más faltan para que esto no sea solo reproducido en nosotros, sino en una sociedad que cada día es más violenta? No solo son protocolos, no solo son cuestiones legales, son cuestiones de acción”, increpó Andrea Chiliquinga, estudiante de Sicología.

Andrés Chimbo, estudiante de Ciencias Sociales y Humanas, sostuvo que en sus compañeros hombres y mujeres hay “miedo” de que profesores con ese tipo de antecedentes continúen impartiendo cátedra.

Gonzalo Quintana, alumno de Finanzas de la Universidad San Francisco, dijo que en las instituciones “se segmenta mucho los temas de género, de violencia, con lo que realmente se aprende” y que “no se está hablando” de temas como el acoso.

La preocupación incluso la comparten docentes como Cristian Paula, de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Central, quien reconoció que hay una “ausencia del Estado en toda su institucionalidad frente a los casos de acoso sexual en las universidades”.

Katerine Ulloa, docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), opinó que todo el aparato de Justicia sigue fallando. Señaló que las mujeres que “tienen la valentía de denunciar” son tratadas como si ellas tuvieran la culpa de provocar acoso. (RVD)

Impacto en el rendimiento académico

Arístides Vara, investigador de la Universidad San Martín de Porres, de Perú, mencionó que en el interior de las instituciones de tercer nivel el rendimiento académico de las mujeres se ve afectado por la violencia.

Señaló que se trata de un problema muy acentuado en países como el suyo, donde las mujeres pierden 20 días productivos académicos a causa de peleas con sus parejas. En América Latina, dijo, Perú, Bolivia, Ecuador y México son los países de mayores tasas de violencia contra las mujeres. En Ecuador, seis de cada 10 mujeres reconoce haber sido agredida por su pareja, según encuestas.