¿Cómo los llamo ahora?

M. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

Hay momentos que siento que he caído en la dimensión desconocida o que estoy viviendo en un mundo paralelo; es como si de pronto el mundo fuera al revés. Hasta hace poco menos de un año, estábamos enzarzados en una lucha campal con quienes se denominaban “correístas”. Lo más singular y llamativo fue cómo de un día a otros todos nos volvimos creativos, expertos en el arte digital y en memes políticos; epítetos de lo más originales saltaban de la imaginación de ambos bandos, entre aquellos que nos consideramos opositores y ese grupo de “admiradores” del ahora ex presidente.

Pero algo pasó, y es lo que aún no sé cómo interpretar. Es como si hubiésemos despertado de una pesadilla, en otra pesadilla; como una especie de parálisis del sueño, en la que uno al parecer está despierto, pero no puede hacer nada para cambiar una situación. Son esos extraños sueños en los que uno no sabe quién es quién. Porque la configuración de la historia era que “esos, aquellos”, los de ese bando ganaron las elecciones, es más se amanecieron cuidando los votos del sucesor del sueño correísta, y no contentos con ello, hasta en caravana salieron. El grito de somos más, resonó en todos los rincones de la patria.

Y de pronto, en un extraño giro del destino, los somos más pasaron a ser menos, quienes izaron las banderas del triunfo, ahora enarbolan quejas contra su sucesor elegido y vitoreado. Un grupo numeroso, apoya al nuevo presidente y ahora no sabe cómo lavarse la mancha correísta, no saben si cambiar de color de camiseta, no saben cómo empezar su discurso, porque en el fondo saben bien que fueron parte, que estuvieron de acuerdo, que fueron cómplices. Que estuvieron juntos repartiéndose ese pastel llamado Ecuador.

Y ahora, cómo podemos decirles, cómo podemos llamarlos, si, aunque entre ellos ahora se quieran desconocer saben muy bien que nacieron del mismo sueño, que nos sumió a un país entero en una larga pesadilla.

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