Momentos

Ahora que iniciamos un nuevo año nos planteamos una serie de metas, expectativas y sueños que queremos cumplir. Esos planes van desde las actividades más simples, como hacer ejercicio, mejorar los hábitos alimenticios o mantener mayor orden en los quehaceres domésticos; hasta grandes proyectos profesionales y personales. Algunos de ellos no cumplimos e inclusive nos olvidamos a lo largo del año, pero ciertamente nos aportan mucho porque constituyen un timón que guía nuestras vidas con mayor propósito.

Dentro de los deseos más comunes, está la buena salud para nosotros y nuestros seres queridos. Yo confieso que desde que soy mamá —hace nueve años— se volvió la cúspide de mis anhelos, quizás porque entendí que es lo único o casi lo poco que no depende de mí. Ahora con la pandemia, la salud se ha vuelto el bien más preciado en lo personal, en lo colectivo y hasta en lo político.

Los niños observan estos eventos con una fascinante simpleza. Mi hija de seis años me dijo que no entiende la fiesta del nuevo año; según ella, todo sigue igual, solo que nos ponemos de acuerdo para empezar a contar de nuevo. Efectivamente, así es y entre tanto plan y proyecto a veces nos olvidamos que la vida está hecha de momentos.

En estos días de vacaciones aproveché para leer la galardonada obra de Héctor Abad, ‘El olvido que seremos’. Dentro de la narrativa potente y estremecedora de su vida y la vida de su padre empañada por la tragedia colombiana, lo que más me conmueve son los recuerdos de pequeños momentos.

Miro a mis hijos y me cuestiono muchas veces los sacrificios que hacemos para darles esa vida ideal que construimos para ellos, cuando lo que más van a añorar en su vida adulta son aquellos momentos simples y cotidianos que vivimos casi sin darnos cuenta.

El año que terminó fue muy ajetreado para mí. Tuve muchas experiencias y retos profesionales grandiosos, por lo que me siento afortunada. Pero mis mayores alegrías fueron ciertos momentos; como volver a la parada del bus del colegio de mis hijos, mirar a mi esposo y el entusiasmo que tiene los fines de semana para cocinar nuevas recetas, o haber vuelto a cantar karaoke con mi hermana. Todo lo demás ya casi no recuerdo.

Mi deseo en este nuevo año, para ustedes que leen esta columna, es que tengan maravillosos y sencillos momentos.